Redes de conocimiento

Red Fractal: Redes de conocimiento de fragmentación

Luís Ángel Fernández Hermana - @luisangelfh
22 septiembre, 2017
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Nuestro nivel de compromiso con este proceso de disolución es una cuestión que cada uno, sea individuo o colectivo, debe asumir y resolver de acuerdo con la manera concreta como expresa en cada caso la fórmula PIN. Y el “pegamento” donde todo tipo de ciudadano, experto o no, manifiesta esta fórmula es lo que podríamos denominar la Cultura, el territorio común donde hilamos el discurso de la ciencia, no solo desde nuestro particular punto de vista, sino fundamentalmente desde el contexto que constituye el proceso cultural que convierte en operativo dicho punto de vista. Para poner dos ejemplos aparentemente extremos: allí donde el ciudadano “no experto” supuestamente no llega por considerar que le faltan muebles específicos y adecuados para apropiarse de los elementos constitutivos de un área de conocimiento, ahora sí puede apoyarse en las muletas que le presta la literatura, el cine, las expresiones artísticas, etc., en suma, su propia cultura que apunta a una integración diferente de las temáticas de la ciencia que le afectan directa o indirectamente. De la misma manera, por la otra parte, el ciudadano «experto» puede reconvertir un conocimiento especializado, al que se le suele etiquetar de “casi incomprensible”, en una narración orientada a resolver su propia aspiración de conectar o relacionar su actividad profesional con la sociedad al metabolizar mensajes no habituales de su contexto que pueden afectar, o modificar, dicha relación.

Este es el reto que se planteó la Red Fractal: “achatar” la pirámide de la generación y gestión de la información y el conocimiento científico, por una parte, y reconvertir la producción de la ciencia y la tecnología a partir de formas concretas de expresar la fórmula PIN por parte de los ciudadanos. Es decir, conseguir que los intereses, las preocupaciones y las necesidades de los ciudadanos formen parte no solo de los procesos de comunicación social de la ciencia y la tecnología, sino incluso que ellos sean también promotores y generadores de esta comunicación desde sus propios puntos de vista, desde sus propias visiones, desde las posiciones culturales que ocupan en la sociedad. Sabemos que esto bordea la frontera de lo que se suele considerar una utopía porque nunca ha sucedido, o nunca se ha intentado. Conocemos intentos o historias relacionadas muy bonitas, muchas, a las que se han dedicado cantidades importantes de recursos, pero realidades a una escala significativa, ninguna.

Pues bien, en el mes en que funcionó la Red Fractal, sucedió. Incluso alguno del centenar de usuarios que se subscribieron, expresó por vía de asuntos internos que le parecía un proyecto muy interesante pero… que no estaba preparado para intervenir en semejantes debates. Unos pocos días después, se soltaba con una par de intervenciones extraordinarias, donde sus conocimientos, –en realidad, su cultura “compactada y deshilachada” –, se vinculaban con debates donde mezclaba lo propositivo con preocupaciones que la sociedad todavía no había sido capaz de abordar de forma sistémica. Ante nuestros ojos, el contexto que habíamos trabajado previamente para estimular la posibilidad de que se expresaran nuevas formas de entender el mundo propio y circundante, generaba al mismo tiempo visiones que hacían tambalear la pirámide. Y sin mucho ruido.

La Red Fractal estaba diseñada para que se despliegara a través de una serie de temas enunciados como preguntas de tipo existencial, que son para las que todo el mundo tiene respuestas, pero que suelen ser tan solo el primer paso hacia el misterio. Preguntas como ¿quién soy? ¿de dónde vengo? ¿para dónde voy? no dejan indiferentes a nadie. Hasta el supuestamente más ignorante y desafecto tiene respuestas, en las que apela, de una u otra manera, a la ciencia, la tecnología, la teología, el arte, la mística, la imaginación, la magia, diferentes conjuntos de creencias o, en el caso extremo, solo en el caso extremo, al reconocimiento de su propia ignorancia. De ahí la importancia de la formulación de las preguntas para que no se correspondieran estrictamente con las particularidades propias de áreas de conocimiento concretas, sino con rasgos existenciales que permitieran desagregarlas e integrarlas a partir de preocupaciones e intereses que conectaran a la ciencia y la tecnología con una dimensión cultural accesible y propia de nosotros, como ciudadanos, como individuos.

Esta era la hipótesis de trabajo de la Red Fractal: la construcción de una red de conocimiento donde trabajáramos colectivamente en red individuos capaces de abordar, desde nuestras respectivas perspectivas e intereses, problemáticas fundamentales que nos afectan, nos cautivan, nos preocupan, nos apasionan y/o necesitamos descifrar.

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