Redes de conocimiento

El ataque de los zombis

Luís Ángel Fernández Hermana - @luisangelfh
1 junio, 2016
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Como todos hemos experimentado, sobre todo en los últimos dos lustros, Internet es un vastísimo cementerio de donde salen zombies por doquier a borbotones. Unas veces te muerden, de verdad, otras pasan de largo y te miran con desprecio enseñando los dientes que les quedan, reconociéndote tan solo como uno de ellos, con eso les basta. Por allí va aquel ligue de guateque o trapicheo de copas, al fondo comienzan a perfilarse compañeros de colegio que creías haber desterrado para siempre de la memoria, ¡tus jefes o compañeros de trabajo te piden que les reconozcas o que no te olvides de ellos!, en el lugar más inesperado cuelgan del gancho de la comunicación jirones de información que resucitan partes de quién eres, o de quién ya no quieres ser y tratas de olvidar… Vuelven y vuelven, quieren que seas como antes o que expliques a todos los que puedas cómo eres ahora, quieren besarte para que veas que nada ha cambiado, o quieren que te comportes de acuerdo a como ellos viven y “sueñan” el momento.

Pues sí, las cosas ya no son como eran. Antes ¿quién tenía que dejar constancia de que, aparte de crecer, estudiar, ligar con alguna perspectiva de futuro, o prepararse para ganar un sueldo, también había que certificar los cambios que experimentabas todo el tiempo? Se acabó lo que se daba, ahora estás obligado a reconocer en voz alta que no eres aquella persona porque, de lo contrario, hasta los más zoquetes te demuestran que has elegido quedarte quieto, muerto. Y están empeñados en ilustrarte: si no reconoces públicamente tu inmersión en los nuevos tiempos, entonces eres la prueba viva de que, además de zombi, estás zumbao. 

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Como decía Makinavaja, mi particular santo y seña (que no ha sido, ni mucho menos, el último chorizo de España, Lucía dixit), pos vale, pos malegro, pos niquelemos las facas. ¿Cuál es la pelea? Para nosotros, una muy sencilla, aunque sabemos que será dolorosa para muchos: les pondremos frente a frente con el lugar de donde vienen, con quiénes hicieron una parte del pedazo de tumba de la que han emergido, les explicaremos cómo la cavaron y, sobre todo y por encima de todo, por qué es importante regodearse en ese osario. Entre otras cosas, avanzando razones, después vendrán más, porque estamos un poco hartitos de quienes empiezan constantemente de cero y, encima, te quieren demostrar que ese cero, el suyo, es en realidad el Big Bang Virtual, el comienzo de todo, desde la maravilla que se les acaba de ocurrir, hasta.. ¿cómo? ¿que ya se hizo? pero ¿cuándo? ¿me estás diciendo que son rutinas organizadas a escala global? ¡Ah, bueno, pero habrá sido de otra forma y seguro que hay muchos que todavía ni se han enterado! 

Ante esta especie de patología crónica propia de la llamada Sociedad de la Información y el Conocimiento, la cuestión es ¿cómo iniciamos el combate? Me imagino que debe haber muchas maneras, no sé. Al haber construido una de esas tumbas, nosotros hemos decidido abrirla otra vez, con una diferencia: lo que salga no será un tropel de zombis corriendo a lo loco (¡perdón!), sino lo allí cultivado: frutos, cereales, hortalizas, paisajes, infotopos, edificios, poblaciones, nuevas profesiones y oficios… todo ello aderezado con el caldo del tiempo y con lo que hayamos aprendido mientras se maceraba en la oscuridad. Vamos a refundar Coladepez.com, un revista online dedicada a la innovación social. Con dos patitas, una firmemente anclada en lo sucedido hasta ahora y la otra en lo que está sucediendo, en lo que estamos haciendo. O sea, innovación social envuelta por la historia de Internet y su continuado impacto, desde lo personal a lo colectivo. 

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