Todo sucederá mañana

Luís Ángel Fernández Hermana - @luisangelfh
13 febrero, 2018
Editorial: 175
Fecha de publicación original: 6 julio, 1999

No hay mejor señal de agua que verla caer

El viernes pasado, 2 de julio, el sociólogo Manuel Castells sostuvo una reunión en Barcelona con un reducido grupo de periodistas en la que nos expuso su visión de lo que denominó la nueva economía. Castells es, sin duda, uno de los grandes pensadores sobre los procesos que están transformando el mundo y es autor de la obra más completa que se ha publicado hasta ahora sobre la Era de la Información. Según nos dijo, está a punto de sacar una nueva edición en la que retocará algunos de sus planteamientos. Desde la aparición de este trabajo, dividido en tres volúmenes, Castells se ha convertido en un punto de referencia en Silicon Valley, así como en numerosos foros globales, ya sean de corte corporativo, político o social. El sociólogo reside actualmente la mayor parte del año en California. A continuación, escribo una síntesis de que lo que nos contó sobre la nueva economía en red (que abreviaremos como NE-R) y un par de apreciaciones sobre sus planteamientos que, por cuestión de tiempo, no llegó a responder. Manuel, te espero para la próxima ocasión.

La nueva economía en red es mundial, pero sucede fundamentalmente en EEUU, por eso mucha gente todavía la confunde y piensa que esta economía responde sólo a criterios de la sociedad estadounidense. Más precisamente, la NE-R es la concreción en algunos lugares de EEUU del compendio empresarial/tecnológico de la economía global. No hay diferencias con las zonas de Europa o Japón que están en esta economía.

¿Cuáles son los rasgos predominantes de la NE-R?:

.- EEUU está experimentando un alto crecimiento de la economía, sin inflación, pleno empleo y altas tasas de ganancia y de inversión. Esto se debe a que se ha liberado el potencial productivo de la revolución tecnológica, algo que se ponía en cuestión hasta el principio de esta década. De hecho, numerosos autores sostenían, con ejemplos en la mano, que la inyección de innovación tecnológica en las empresas producía una caída de la tasa de ganancia. Castells explicó que este análisis es erróneo porque se sigue midiendo el funcionamiento de la economía a través de categorías propias de la revolución industrial, lo cual dificulta la comprensión de los procesos actuales.
.- El paso de la innovación tecnológica a la productividad económica requiere la modificación de la estructura y la cultura empresarial. En las empresas burocratizadas, la introducción de los ordenadores efectivamente disminuía la productividad. Y viceversa, las empresas con una organización más flexible experimentaban un incremento de la productividad a medida que aumentaban las dosis de innovación tecnológica. Esto requería, a su vez, una mayor capacitación de la fuerza laboral que ha ido modificando la naturaleza del mercado laboral.

Estos dos puntos, flexibilidad y capacitación, se han producido sobre todo en diversas zonas de EEUU y del sudeste asiático, donde es notoria la explosión de la productividad. El aumento de la productividad en EEUU en estos momentos es del 4%, cuatro veces más que durante los años 80. Y este cambio afecta sensiblemente a las formas de cálculo económico. La economía depende de la inversión y los criterios de la inversión han cambiado sustancialmente. Ahora se capitalizan las empresas mediante la compra de acciones en bolsa. Lo cual no depende de la tasa de ganancia de esas empresas, sino de la expectativa de su crecimiento patrimonial. ¿Es esto un fenómeno virtual, sin traducción tangible al mundo real? Sí y no, se responde Castells. El valor de las acciones se puede realizar en cualquier momento, o sea que ese valor de uso sigue existiendo. Pero como lo que vale son las expectativas del incremento del valor, nos movemos en una economía de imágenes, más que de realidades.

Por esta razón (entre otras), pocas empresas de Internet ganan dinero. Amazon.com pierde dinero constantemente, pero, a la vez, genera dinero para invertir también sin parar. Todo el mundo piensa que va a caer, pero sucederá mañana, como se piensa de todo lo referente a Internet. En estos momentos, Yahoo! tiene un valor en bolsa de 37.000M$ (millones de dólares), similar al de Boeing. Sólo que el primero apenas tiene 1.000 empleados y el segundo unos 30.000. El valor de capitalización de todas las empresas rusas es de 12.000M$, la mitad del valor bursátil de Amazon.com que tiene 900 empleados. Estos ejemplos, dijo Castells, muestran que la clave de la NE-R se basa en la capacidad tecnológica, el procesamiento de información y el tipo de organización empresarial en red.

Para el sociólogo español, el ejemplo paradigmático de una empresa-red es Cisco Systems, dedicada a la venta de equipamientos e infraestructuras para las redes. La empresa la creó un matrimonio de Stanford hace 14 años con un préstamo de 2M$. Hoy, su valor de capitalización es de 190.000M$, tres veces el de General Motors (el matrimonio, por cierto, hace tiempo que recibió un suculento cheque de los nuevos accionistas para que abandonaran el barco). Cisco no produce nada. Tiene una web donde los clientes dicen lo que quieren. Y los mandan a otra parte de la web donde están los proveedores. La empresa, en realidad, sólo diseña flujos de comunicación. El 50% de las transacciones facturadas por Cisco se resuelve automáticamente, sin su intervención.

Castells, que en todo momento quiso dejar en claro que no expresaba opiniones personales, sino los resultados de sus análisis de la situación actual, se preguntó si esta economía era sostenible. Y explicó sus dudas al respecto basadas en tres razones:

.- La volatibilidad creciente de los mercados financieros mundiales. Las turbulencias de información producen crisis con una gran facilidad. Y cada crisis se salda con destrucción de mercados y de capitales. Ninguna de estas crisis asume las características de una «crisis final», ya que la recomposición es muy rápida gracias a las redes. Pero la cuestión es ¿dónde se encuentra el punto de inflexión entre la parte que se destruye y la parte que se crea? ¿cuánto tiempo más puede seguir la economía funcionando de esta manera?

.- Alguien tiene que comprar todo lo que se produce. Por ahora no se ve que haya una expansión de la demanda. Todo lo contrario. El sistema funciona porque EEUU compra casi todo y mantiene la demanda mundial. Pero esto deberá tener un límite.

.- El 57% del planeta se quedará fuera de la NE-R (según cálculos del propio Castells y sin aclarar qué significa exactamente esto). Para agravar más las cosas, en los próximos años, la vasta mayoría de la población mundial vivirá en ciudades, lo cual incrementará la inestabilidad social y, por tanto, la de los flujos de información.

Respecto a las perspectivas para Europa, Castells también manifestó sus dudas de que lograra entrar en la NE-R. Las empresas europeas no han desarrollado todavía una capacidad importante para financiarse en el mercado de capitales, para lo cual deberían someterse a una fuerte reorganización, cosa que no están haciendo (de manera masiva y significativa, se entiende). Por otra parte, la dificultad para flexibilizar el empleo y la idea del estado del bienestar alzan un muro de conservadurismo ideológico muy difícil de salvar.

Como conclusión, el sociólogo dijo que estamos ante un nuevo modelo económico triunfante. Los gobiernos están superados por esa especie de «autómata financiero» que hemos creado con una alta capacidad para autoregularse y que, al mismo, en este proceso de búsqueda de la «estabilidad», liquida países o zonas del mundo, quita y pone capitales en diferentes partes del planeta a una velocidad vertiginosa. Irónicamente, dijo Castells, la ideología dominante es la libertaria basada en la entronización del individuo, las redes y una economía de alta productividad. La consecuencia más evidente, según el sociólogo, es la ruptura de los tejidos sociales y de la solidaridad, lo cual lleva camino de convertirse en un verdadero desastre.

Lógicamente, en este marco social, político y económico, el sistema de representación social («eso que llamamos democracia», dijo Castells) está seriamente tocado. En todas partes la gente tiene la sensación de que el sistema político no resuelve sus problemas, a pesar de lo cual el ciudadano guarda una gran reserva de generosidad y está dispuesto a participar en actividades relacionadas con su círculo de intereses, para conseguir objetivos muy concretos y siempre que no sea necesaria la mediación institucional. Esta actitud se traduce en el momento de votar en que cada vez más, el voto es defensivo: se vota a la contra más que para apoyar opciones propias.

Desde esta perspectiva, lo local tiene todas las de ganar, aunque debe resolver cómo dar el salto hacia lo global. La participación en Internet es, sin duda, la vía más clara, algo que está sucediendo con la creciente creación de redes sociales que abarcan desde el movimiento ecologista a la problemática específica de la mujer. Éstas son experiencias universales y apuntan a una reconstrucción democrática.

Hasta aquí, a grandes rasgos, lo expuesto por Castells. Lógicamente, en el poco tiempo de una charla como la que sostuvimos, es imposible sistematizar las ideas y responder a cada interrogante en toda la magnitud de su planteamiento. Estamos hablando de la Nueva Economía en Red y cada uno de los conceptos posee una dimensión global difícil de encapsular en una apretada síntesis. De todas maneras, desde aquí quiero exponer un par de cuestiones que, a mi entender, quedaron en el aire y que, en la próxima ocasión –que la habrá– espero que Manuel tenga un poco más de tiempo para respondérmelas.

Castells suele puntualizar que las categorías de la revolución industrial ya no sirven para comprender la NE-R y que ésta, lógicamente, está generando las suyas propias, cuya dinámica impulsa el fenomenal cambio que estamos experimentando en todo el mundo. Pero, cuando manifiesta una opinión, Manuel considera un desastre que se pierdan ciertas categorías, como el tejido social y la solidaridad (ambas entendidas como herencia de la revolución industrial), lo cual no deja de ser un poso nostálgico que impide ver y analizar el tejido social –y el concepto de solidaridad– que debería corresponderse con el de la NE-R. ¿Cómo será el tejido social global? No lo sé, pero, si nos atenemos a lo que estamos viendo, está claro que no tiene una relación estrecha con el legado por la Revolución Industrial. Si lo definimos a través de conceptos como individualismo, disgregación social y fragmentación, resulta que tiene resonancias similares al intento de definir la socialización de los medios de producción a mediados del siglo XIX. El concepto parece mucho mayor que el propio acontecimiento que trata de explicar. Y a la larga desbarra en sus proyecciones. El individualismo en un mundo que dentro de unos meses alcanzará los 6.000 millones de habitantes, el 80% de las cuales vivirá en ciudades, casi todas ellas, en mayor o menor medida, conectadas por redes, plantea sin duda algunas cuestiones interesantes sobre el tejido social y la solidaridad que no se pueden comprender desde la lente de la revolución industrial.

El segundo punto, para no alargarlo más por ahora, se refiere al funcionamiento de los mercados de capitales y a la participación social a través de Internet, que Castells destaca como un fenómeno creciente y de alcance universal (y que apunta a una respuesta del punto anterior). Si, por una parte, la única forma de estar en la NE-R es a través de la expectativa de crecimiento patrimonial, lo cual, a su vez, al parecer sólo se manifiesta en la bolsa (fondos de inversión, etc.), ¿habrá un punto de encuentro entre lo uno y lo otro, entre el mercado de capitales y la participación social? ¿cómo «capitalizará» la NE-R el previsible aluvión de actividad social en Internet –redes ciudadanas, movimientos urbanos globales de diferente signo, política digital, agrupaciones enredadas por sus identidades culturales, étnicas, religiosas, de género, nuevos medios creados por los propios interesados de un amplio espectro social, administraciones públicas traspasadas por ciudadanos en red, etc–? ¿Será inexcusable acudir a la Bolsa para sostener y expandir una sociedad organizada por redes de información y conocimiento? ¿Cuál será, de todas maneras, el impacto de estas redes si no llegan a generar la masa crítica necesaria para alcanzar dicha capitalización?

Castells no habló en ningún momento, por ejemplo, del papel del trueque en la nueva economía. Me gustaría saber qué piensa al respecto. A fin de cuentas, nosotros no le pagamos ni un dólar a Yahoo!, pero ellos lo sacan de los bienes que truecan con nosotros: información y conocimiento. ¿Sólo la bolsa permitirá capitalizar esta relación? De la respuesta que se de podremos comprender mejor el destino de ese 57% de los países del mundo que se quedará fuera de la NE-R y exactamente qué significará «quedarse fuera». Hoy ya sabemos de sobra lo que le ha significado a casi el 80% de la población mundial quedarse fuera, por lo que parece definitivamente para una buena parte de ella, de la Revolución Industrial.

Hay más preguntas, Manuel, y espero que volvamos a vernos pronto y tengamos la oportunidad de debatirlas.

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