Salgamos de la Red
Luís Ángel Fernández Hermana - @luisangelfh
1 mayo, 2018
Editorial: 197
Fecha de publicación original: 11 enero, 2000
Coja usted ese trompo en la uña
En el día de la mayor fusión empresarial de la historia entre AOL y Time Warner, en.red.ando entra en su quinto año de vida. No sé qué tiene que ver una cosa con la otra, pero nunca se sabe. Hay que dejar correr el tiempo. Lo cierto es que el 8 de enero de 1996 comenzábamos a publicar el editorial semanal -«La Torre de Babel inteligible» se titulaba el primero- que, desde entonces, a excepción tan sólo de los meses de agosto de los últimos tres años, ha aparecido sin falta cada martes. Ha corrido mucha agua bajo los puentes de Internet en estos cuatro años y nos ha empapado a todos. De aquel editorial hemos pasado a una revista electrónica dedicada a analizar los diferentes aspectos de la vida cotidiana en Internet, su impacto sobre las personas y las organizaciones y la forma como vamos construyendo eso que llamamos «Sociedad de la Información». Por el camino nos hemos involucrado, entre otras cosas, en la organización de «Maig 98» -un congreso internacional sobre publicaciones electrónicas-, hemos preparado e impartido cursos y conferencias por casi toda España, América Latina y Sudáfrica y hemos publicado el libro «En.red.ando», que recoge todos los editoriales aparecidos en la revista durante 1996 y 1997. En febrero de 1999 comenzamos la experiencia de en.medi@, un espacio en línea diseñado para generar contenidos y gestionar conocimientos a través del trabajo en grupo. Y seguimos pensando que todo esto no es más que el comienzo.
En estos cuatro años, los cambios que han experimentado nuestras sociedades de mano de las redes han sido, cuando menos, espectaculares. No vamos a entrar ahora a examinarlos: en en.red.ando hay abundante material al respecto y un estupendo buscador que puede ayudaros en la tarea de consultarlo. Como no puede ser de otra manera, la agitación causada por el ciberespacio nos afecta de lleno. La demanda para volcar la experiencia acumulada en estos años en proyectos de diverso tipo, desarrollar sistemas de información en red, aplicar en.medi@ a nuevos y fascinantes entornos, etc., golpea a la puerta de Enredando.com, la empresa que publica la revista, y eso significa diversificar nuestras actividades y afrontar nuevos y desconocidos retos. Pero si hemos conseguido mantenernos durante cuatro años publicando material original, evitando la redundancia informativa que, como un síndrome pegajoso, ha afectado a muchos de los nuevos medios alumbrados por Internet, no es este el momento de pestañear. Los imperativos de la ley de vida nos empujan a crear, innovar e imaginar más de lo que hemos hecho hasta ahora. Y ese es, sin duda, el desafío que más nos gusta.
En esta época tan convulsa, nosotros seguimos aferrados a una visión sencilla y poderosa: el secreto es el trabajo colectivo en Red. Nosotros somos producto de esta visión. En ninguna otra circunstancia podríamos haber sostenido un esfuerzo como éste, como lo atestiguan los numerosos mensajes que nos llegan constantemente -en particular en estos días-, algunos de ellos verdaderamente ruborizantes por los desmedidos elogios que nos prodigan amigos desconocidos, pero con quienes nos sentimos profundamente vinculados a través de esta visión y de las aspiraciones y responsabilidades que comporta. Para todos ellos, un fuerte abrazo por su generosidad. Y quiero que sepáis que si algunas secciones de la revista se nos han quedado en «muñones» de proyectos, la única razón, como siempre, es la escasez de recursos, pero seguimos manteniendo la voluntad de desarrollarlas porque creemos que siguen siendo innovadoras, a pesar de haberlas esbozado hace dos o tres años.
Nuestro norte sigue siendo la intervención activa en la Red y la modificación de la realidad a través de la acción concertada con internautas con quienes nos unan afinidades que no viene a cuento explicitar de nuevo ahora. A nuestra modesta manera, hemos ido progresando por esta vía. Recordaba en el editorial «La Atalaya digital» que para muchos lectores en.red.ando era una especie de provocación, porque cuando casi todo el mundo sostenía la primacía indiscutible del mundo audiovisual, nosotros apostábamos por la palabra escrita y por el valor del texto. Tenían razón. Y la provocación no cesa, simplemente porque no nos creemos nada de lo que se dice sobre cómo es Internet, cómo somos nosotros y cómo es el mundo, sobre todo cuando nos lo explican los apóstoles de la lucha contra el pensamiento único, empeñados en demostrarnos que todos debiéramos pensar como ellos. El pensamiento único nos dice que «hay demasiada información», que «la información en la Red no es fiable», que «no se sabe quien la emite» o que «todo es ruido para aturdirnos» (como parte de un complot o conspiración de larguíííísimo alcance).
Nosotros, sin embargo, hemos desarrollado en.medi@, un espacio donde hay la información que aportan los participantes, es fiable porque se sabe quién la emite, está referenciada o es fácilmente comprobable, y este conocimiento se gestiona en un entorno moderado que se consensúa a través de relaciones complejas y muy ricas. A fin de cuentas, no somos tan elementales como para imaginar que cuando nos ponemos a construir un nuevo espacio vital entre varias personas, cada una quedamos reducida a un inventario de fórmulas prefabricadas. Y por en.medi@ nos movemos en estos momentos unos 800 internautas. Por eso creemos que, a la luz de ésta y otras experiencias similares, todavía nos encontramos en una fase bastante primitiva del funcionamiento social en redes. Por ahora predominan los encuentros de tipo primario -uno contra todos o todos contra uno- que derivan casi en relaciones personales aisladas. El siguiente paso debería consistir en encuentros secundarios -todos contra todos- sustentados en relaciones colectivas claramente delimitadas, en espacios circunscritos por actividad, temática, finalidad etc. Pensamos que en.medi@, así como otras ideas que ya tenemos en la mesa de diseño, se corresponden con esta nueva fase de la «Sociedad de la Información».
Esto supone, finalmente, una apuesta por los sistemas de producción en vez de los sistemas de especulación, que tanto éxito están teniendo en Internet en estos últimos meses. Para nosotros, una parte fundamental de la Red es la que definimos en el editorial 110 del 10/3/1998 como la zona de intersección o deltaica, una región rica en flujos y reflujos de comunicación digital, poblada por gente dispuesta a entrar y hacer cosas en Internet. Y, por otra parte, es también la región por donde gran parte de las actividades que se desarrollan en Internet deberían aflorar hacia la superficie de la sociedad. Este viaje de ida y vuelta de lo real hacia lo virtual nos parece esencial para construir la «Sociedad de la Información» y dotarla de un significado suministrado por los propios internautas.
Desde Enredando.com vamos a embarcarnos en algunos proyectos que tienen estas características. No sólo el desarrollo de sistemas digitales de información para la Red con el fin de realizar actividades nuevas o readaptar las que se han venido haciendo hasta ahora, sino dotarlos también de una «capacidad de eclosión» social que les permita actuar sobre el mundo real. En los próximos editoriales nos explayaremos sobre algunos de estos sistemas. Y, dentro de un año, esperamos estar por aquí todavía para contaros estas experiencias. No es ni una promesa, ni una amenaza. Sólo un deseo.