Las 6W+2H de los nuevos medios

Luís Ángel Fernández Hermana - @luisangelfh
9 octubre, 2018
Editorial: 244
Fecha de publicación original: 5 diciembre, 2000

Quien la casa tiene de paja, temor tiene al fuego

¿Hay crisis en el periodismo? Si escuchamos a los expertos y representantes del sector en las conferencias y congresos que tanto abundan últimamente, la respuesta es un sí clamoroso. Desde la concentración de medios en manos de un grupo cada vez más identificable de corporaciones multimedia, hasta el descenso de credibilidad de los medios por su inclinación hacia un periodismo-espectáculo, el arco del diagnóstico es amplio y nutrido. ¿Hay crisis en el periodismo debido a la aparición de la Red? También la coincidencia al respecto es considerable. Y, por último ¿hay crisis del periodismo de la Red? Los síntomas en favor de una respuesta afirmativa parecen emerger por doquier a la luz de las dificultades que vienen atravesando muchos medios del ciberespacio en el último año. Las razones, en este último caso, me parece que residen en que todavía no hemos aprovechado seriamente la potencialidad de Internet para crear nuevos medios de comunicación en áreas hasta ahora o tratadas superficialmente por los medios tradicionales, o imposible de cubrir por estos debido a la forma como se articulan las relaciones sociales en dichas áreas.

Cuando se analiza el problema de los medios de comunicación en la Red, se tiende a pensar inmediatamente en los medios que conocemos y la forma como estos se expresan en el espacio virtual, a pesar de que Internet nos ofrece una experiencia mucho más amplia y diversa. Desde el punto de vista del ejercicio periodismo, lo cierto es que en el ciberespacio abundan los ejemplos de medios en los que hemos hecho hasta ahora lo que nos gusta o pensamos que gusta a los demás de acuerdo a los criterios clásicos de los medios tradicionales. Se ha establecido así una competencia entre estos y los nuevos medios, que arranca desde Yahoo y desembocó en la política informativa de los portales o de muchos periódicos virtuales que competían, todos, por el mismo espacio informativo. Pero, cuando se examina atentamente el paisaje, la disputa reside en gran medida en una carrera hacia la inmediatez de las noticias y la posibilidad de combinar diversos soportes para empaquetarla y distribuirla. Poca innovación para tanta red.

La famosa frase de que la clave es «el contenido, estúpido» se ha quedado en los márgenes, aunque todo el mundo le declare su pleitesía. El problema es que el contenido en Internet no es precisamente el que ya venían proporcionando los medios generalistas, o más menos especializados temáticamente, en el kiosko. Ni siquiera procede de esa fuente, como había sucedido hasta ahora en el mundo real. Me parece que una parte de la crisis del periodismo, en general, y sobre todo en Internet, reside en se ha hecho un gran esfuerzo para suministrar la información que nosotros –los periodistas o las empresas de comunicación– pensamos que los usuarios de Internet quieren, mientras que apenas se han invertido meninges e imaginación para detectar lo que realmente necesitan y cómo ellos pueden participar en el proceso de generación del contenido y la información que les interesa. Porque el rasgo distintivo de la Red es que permite crear audiencias involucradas, al mismo tiempo, en la producción y consumo de información y conocimiento.

Durante muchos años, el periodismo ha vivido de una serie de fórmulas que trataban de orientar sobre la mejor forma de redactar las noticias. Una de las más famosas era la de las 5W (What –qué–, Who –quién–, Where –dónde–, When –cuándo–, Why –porqué–). Me parece que hay que rescatarlas como puntos esenciales de una guía para decidir cómo hacer un nuevo medio en la Red desde el punto de vista del contenido. A las clásicas 5W habría que añadir ahora otra W y dos H: With whom –con quién–, How –cómo– y How much –cuánto cuesta–. Las preguntas se desplegarían ahora así:

.- Qué ofreces. Primer punto: ¿información propia o redundante? Antes de proporcionar la información o el contenido que a ti te gustaría, o conoces bien, investiga áreas donde la información o escasea, es sincopada, no fluye a través de todos los sectores potencialmente interesados o no llega hasta donde hay demandas explícitas pero que siempre quedan postergadas («¡Es que nunca nos informan y nosotros tenemos derecho a saber!»).

.- A quién lo ofreces. ¿A quienes ya tienen un amplio abanico de fuentes para acceder a lo mismo que tú das? ¿Cuál es la demanda que tratas de satisfacer? ¿La que tú tienes a mano y, por tanto, eso te basta para deducir que a los demás les interesa lo mismo? ¿O demandas específicas que sólo pueden cuajar en la Red?

.- Dónde lo ofreces. ¿En qué lugar de la Red? ¿En un sitio propio o dentro de estructuras más amplias donde esa demanda se vehicula de manera natural y ya posee su audiencia, como las dedicadas a la salud, la educación, la formación, las redes ciudadana, etc.?

.- Cuándo lo ofreces. ¿Todo el tiempo, periódicamente? ¿Qué tipo de discriminación vas a aplicar a información cuyo valor de inmediatez es relativo o, por el contrario, muy alto? ¿Va a ir todo junto porque «contra más rápido, mejor»? ¿Qué valor va a tener el factor tiempo para inyectarle calidad a la información?

.- Porqué lo ofreces. El segmento de población a la que te diriges ¿no tiene forma de encontrar esa información? ¿te la procuras sólo con un equipo de periodistas o estos actúan como nodos inteligentes de la Red para trabajar en cooperación con ese público para que la información tenga un alto valor de pertinencia a sus intereses?

.- Cómo lo ofreces. ¿Mediante una metodología de tipo sedentaria, en una página web, o de tipo trashumante, combinando listas de distribución, web, móviles, TV, etc.?

.- Con quién lo ofreces. Este es el punto crítico y la clave para ofrecer contenido exclusivo, de elaboración propia. ¿Cuál es el grado de participación de los usuarios en tu sistema de información? ¿Son sólo lectores o también intervienen en la línea editorial aportando contenido? ¿Hasta qué punto la interactividad entre los usuarios y tu gente se convierte en el motor del producto informativo? ¿Qué alianzas forjas con ellos o hasta qué punto ellos pueden forjarlas contigo? ¿Cómo está diseñado el espacio virtual de tu medio para promover esta participación? ¿Se basa sólo en apelar a las buenas intenciones del internauta y reclamarle que «publique lo que quiera», que «aquí tiene su página»? ¿Le estás haciendo un favor o estás trabajando junto con él?

.- Cómo lo ofreces. ¿Mediante sistemas que tú controlas desde tu servidor, como pueden ser plataformas tecnológicas basadas esencialmente en páginas web, o colocando en el centro de todo el proceso de producción y distribución al correo-e, el único sistema de almacenamiento de información personal e intransferible del usuario y que no depende de los avatares de tu empresa?

.- Cuánto cuesta. Entre los criterios que deberían fijar el precio están el valor añadido de la información que se ofrece, en particular su originalidad y la posibilidad de hacerla crecer mediante su reciclaje o reconversión en nuevos productos de información y conocimiento a partir de la participación de los usuarios. Esto implica, entre otras cosas, una preparación específica de los periodistas para realizar esta tarea en colaboración directa con los usuarios.

Un medio diseñado a partir de estos criterios, cuyo listón mínimo sea la participación de los usuarios en la generación de los contenidos, la interacción entre ellos y el crecimiento de la información y el conocimiento procesado por el medio, es un detector de oportunidades en la Red. Hay ahí fuera multitud de áreas de conocimiento, de actividad social, de intereses personales y colectivos, de necesidades organizativas –tanto empresariales como de cualquier otro tipo–, que requieren medios específicos, cortados a la medida de sus demandas y que, sin embargo, todavía no han encontrado el vehículo adecuado de comunicación para expresarse en la Red. La formación, por ejemplo, ya sea desde el sistema educativo tradicional hasta las nuevas iniciativas generadas por Internet, apenas cuenta con medios de comunicación propios, en los que se manifiesten los intereses de todos los actores involucrados, desde los alumnos y maestros, hasta los padres, pedagogos, expertos, investigadores y quienes, de una u otra manera, no cesan de desarrollar recursos educativos en la Red.

El periodismo, en cuanto la actividad que hemos conocido hasta ahora, ha entrado en una crisis de identidad no sólo porque Internet se haya convertido de repente en un kiosko común donde se exhiben más de 6.000 medios de comunicación, con todo lo que ello significa de información redundante y de competencia feroz en el mismo espacio y con las mismas noticias. El problema de fondo son los 300 millones de internautas que conviven en ese espacio virtual de comunicación, cuyas necesidades de información y contenido pretendemos sujetar firmemente por las bridas de quienes nos consideramos que «sabemos más y mejor» sobre lo que le conviene a los demás. Allí donde han surgido nuevos medios sectoriales, con una elevada implicación de los usuarios en la generación de contenidos, como está sucediendo en las redes ciudadanas o en los múltiples campos de la salud, muchos de los cacareados problemas de Internet, empezando por la credibilidad de sus contenidos, desaparecen, porque quienes los consumen forman parte del proceso de producción. Esa es la mejor garantía de su fiabilidad y su mejor control de calidad. Y esa es la roca contra la que se estrellan, por ahora, las iniciativas de los medios tradicionales cuando se lanzan a Internet.

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