Redes de conocimiento

El Agujero Negro Digital (AND) (*)

Luís Ángel Fernández Hermana - @luisangelfh
12 julio, 2013
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¿Donde y cómo podemos comprobar que el AND ha hincado el diente, valga la redundancia, con funestas consecuencias? Al respecto, disponemos de unas pocas metodologías, unas emergentes, otras consolidadas, que permiten realizar una especie de ingeniería inversa para detectar su presencia y las razones que le avalan. De hecho, nosotros hemos desarrollado desde el Lab-RSI  varias tipologías acompañadas de sus correspondientes metodologías con un alto valor de prospectiva para detectar proyectos abocados a ser deglutidos, tarde o temprano, por el AND. Pero vamos a movernos ahora con una clasificación sencilla de tres tipos de extinciones, según criterios de intensidad y densidad, cuyos rasgos sobresalientes son fácilmente reconocibles por cualquier usuario de Internet:

 

.- Las grandes extinciones. Cambios en las estructuras tecnológicas dominantes que traen aparejados colosales pérdidas de información y conocimiento, de experiencias y relaciones, de organizaciones y estructuras virtuales. Por ejemplo, el salto desde los BBS y las comunidades virtuales organizadas mediante la distribución de correos electrónicos hacia las primeras plataformas tecnológicas generalistas (citizen networks, Compuserve, AOL, APC, Servicom, etc.) que ofrecían incluso el acceso directo a la Red; el tránsito desde estas plataformas hacia la Web, que supuso una pérdida casi inmediata de ingentes volúmenes de información y conocimiento que, o no fueron reconvertidos a tiempo al nuevo formato HTML, o simplemente quedaron abandonados ante la ardua tarea que suponía el “traslado”. La explosión de la burbuja tecnológica, la liquidación masiva de las llamadas empresas puntocom, también engordó considerablemente al AND. Apenas quedan rastros de aquellas magníficas inversiones de las operadoras de telecomunicación en portales “de referencia”, apuntalados por grandiosos medios de comunicación creados en un pestañeo y envueltos en empresas sufragadas generosamente a partir de sueños que apenas eran vaho en la cueva digital…

.- Las medianas extinciones. De repente, sin saberse muy bien por qué, desaparecen amplios sectores de actividad en la Red, sin dejar rastro. Cambian algunas modalidades tecnológicas o formas de hacer las cosas, aparecen pautas culturales que apenas se entrevieron cuando asomaban la cabeza, adquieren una importancia desmedida las narraciones de las agencias de marketing o de los medios de comunicación, que transmiten visiones parciales, segmentadas, interesadas, centradas en unas pocas y selectas marcas, a pesar de referirse a un universo donde conviven miles de millones de personas. Este análisis reduccionista, que potencia la calidad y capacidad de determinados focos de la Red, como Silicon Valley, ciertas universidades y su supuesta reputación en el “aprendizaje online”, las “refrescantes” tendencias en la creación de empresas, las modas en el comercio electrónico, etc., embaucan a miles y millones de inadvertidos internautas que conciben y ejecutan sus iniciativas en las propias fauces del AND sin siquiera advertir el riesgo.

.- Las extinciones cotidianas. Cada día, el agujero negro digital actúa como un gigantesco vertedero de iniciativas, proyectos, procesos de todo tipo, recursos y volúmenes inapreciables de información y conocimiento de todo tipo y organizado de múltiples maneras. Todo ello causado por una mezcla de ingredientes que vienen actuando desde casi el principio de Internet: proyectos mal concebidos, visión deformada de los requerimientos tecnológicos para actuar en Internet, objetivos imprecisos o sobredimensionados, estructuras virtuales que no se corresponden con los recursos disponibles o con los fines que se pretenden alcanzar, expectativas fabricadas en las factorías de humo que proliferan por doquier, seguimiento de tendencias que supuestamente prometen el enriquecimiento eterno, etc. En cada uno de estos mordiscos, el AND liquida, en la solitaria discreción del ciberespacio, archivos, bases de datos, páginas web, relaciones de todo tipo, proyectos, expectativas, caudales de imaginación y, por supuesto, posibilidades no exploradas y que nadie sabe si alguna vez volverán a formar parte de “las prioridades”.

 

Cada una de estas extinciones, ya sea que se deban a causas de fuerza mayor o perpetradas por humanos, soportan cargas considerables de decisiones erróneas o no substanciadas  tomadas en momentos de cambio (todos lo son en la Red debido precisamente a los 4 jinetes del Apocalipsis digital), que se percibían a veces como la confirmación de ritos consagrados por actividades precedentes, o como el prólogo de aventuras fascinantes, pero que jamás se habrían emprendido en el mundo presencial en esas circunstancias. Por eso, el agujero negro digital es un concepto riquísimo que permite obtener un conocimiento inigualable sobre lo que hacemos o deberíamos hacer en la Red, sobre la formulación de nuestros proyectos, sobre el conocimiento necesario para poder ejecutarlos y, en definitiva, para prevenir que nuestras acciones se conviertan en una nueva ración de alimento para un agujero negro digital que, no lo olvidemos, lo único que tiene que hacer es esperarnos y aspirar lo que generosamente le ofrezcamos.

(*) Publicado en el @CCCBLab: http://blogs.cccb.org/lab/es/el-forat-negre-digital-fnd/

@luisangelfh

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