Educación XXI

Tecnologías de la mente. Las formas de la mediación del aprendizaje

Miguel Ángel Pérez Álvarez
6 mayo, 2015
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IV El coding como una forma para desarrollar la metacognición

En el documento de la UNESCO para la educación del futuro se considera que dos de los pilares son educar para hacer y educar para pensar. Los sistemas educativos de mi país no logran ninguno de los dos objetivos de manera general porque la orientación del trabajo diario de los maestros en el aula está orientada a la memorización de la información y hacia la repetición de patrones cognitivos. En el aula mexicana se considera que el saber es posesión del maestro y las sesiones en el aula se destinan (los esfuerzos docentes) más hacia la memorización de la información por parte del alumno que hacia el desarrollo de habilidades cognitivas o metacognitivas (específicamente habilidades para la búsqueda de la información y la construcción de conocimientos nuevos).

Una de las más grandes paradojas de nuestro tiempo en la educación mexicana es el uso de las nuevas tecnologías para reproducir el modelo educativo tradicional, orientado hacia la memorización de información. Es común que se utilicen enormes pizarrones electrónicos para presentar información solamente. La mínima o nula interactividad de los estudiantes con las herramientas electrónicas de búsqueda de información y con las herramientas para la producción de unidades de contenido informativos (como los multimedia o los de edición digital), que les permitan formarse como productores de conocimiento y no como simples consumidores de información, refleja el enorme desconocimiento o la falta de compromiso político que existe entre los oficiales de la educación en México para diseñar políticas que aprovechen las oportunidades que brindan las nuevas tecnologías para el desarrollo de habilidades cognitivas y metacognitivas en el medio escolar. Desde hace ocho años he desarrollado un enfoque para utilizar el diseño, armado y coding de tareas en pequeños robots, para organizar experiencias educativas que favorezcan el desarrollo de habilidades cognitivas y metacognitivas. El uso que hago de los robots se orienta entonces hacia los ambientes de aprendizaje mediados por tecnología.

Tradicionalmente la educación es concebida como un acto de transmisión de información, un acto que busca la preservación de los conocimientos acumulados mediante su almacenamiento en pequeñas unidades informativas que luego son entregadas en episodios cortos, repetidos frecuentemente (semanalmente es lo usual), con el propósito de transmitir de una generación a otra los conocimientos acumulados. La aplicación de exámenes por parte de la OCDE (PISA) ha demostrado que nuestro sistema educativo no contribuye a que los estudiantes desarrollen habilidades intelectuales básicas. La irrupción de unidades artificiales para el almacenamiento de la información y la crisis del concepto educativo tradicional provocó la aparición de una nueva visión de los actos educativos que se centra en el desarrollo de habilidades intelectuales (en el saber, conocer) más que en el almacenamiento de información. La aparición de las tecnologías del cuerpo y las tecnologías de la mente transformaron la manera en la que pensamos y conocemos. Aun debemos llevar adelante esta transformación de nuestra cultura educativa para que contribuya a cambiar la manera en la que aprendemos en las aulas. Aunque en México existe una tradición en el uso de robots en el desarrollo de habilidades intelectuales que se remonta a principios de los noventa, su uso en el desarrollo del criterio moral no está documentad. Y fue mi formación filosófica y sobretodo mi interés por la obra de Piaget y Kohlberg la que me indujo a probar con jóvenes esta vía de aproximación.

Problema

¿Cómo puede transformarse la manera en la que aprendemos a conocer con ayuda de un robot? Los robots no pueden realizar tareas por nosotros si no les “enseñamos a hacerlo” o les dotamos de un programa que les permita tomar un curso de acción. “Enseñar a un robot” en realidad significa que un ser humano diseñe un sistema tan general, un programa que le permita a la máquina realizar una tarea por sí sola. Esto que se enuncia de manera muy simple es en realidad un proceso complejo. Y no me refiero a la complejidad técnica del sistema que permite a una persona desarrollar la lista de instrucciones que permitirán al robot hacer una tarea, sino a la concepción abstracta por parte del programador del proceso que el robot debe realizar . Esta tarea es todavía más compleja si lo que se busca es que el robot decida qué curso de acción tomar en una situación dada. En un ejemplo, si dotamos a un robot con una cámara para que el robot pueda “ver” por dónde camina y le damos una orden para que camine y se encuentra con un muro, el programador debe:

a) dotar al robot con una instrucción tal que si se encuentra con un muro sepa qué nuevo rumbo debe seguir; o

b) dotar al robot de un programa que le permita elegir cuál curso de acción o decisión debe tomar

En el caso “b”, el programador debe ser lo suficientemente apto para desarrollar un programa que permita al robot emular la acción inteligente mediante la cual los hombres elegimos un curso de acción dada en lugar de otro. La capacidad para diseñar esos programas requiere un vasto conjunto de habilidades intelectuales. Esas habilidades se desarrollan a lo largo de la vida de un especialista y le permiten corregir aquellos pasos o procedimientos que impiden que un robot cumpla una tarea determinada. La capacidad para corregir esos errores de “programación” se alcanza después de analizar en detalle miles de pasos en los “programas” y contrastarlos con la conducta del robot. El desarrollo de la habilidad para la autocorrección de procesos intelectuales evidencia cómo el “coding” es una forma de mediación para un nuevo modelo cognitivo. Un ambiente educativo que se enriquece cotidianamente con tareas de programación de robots constituye un contexto cultural en el que niños y jóvenes desarrollan nuevas habilidades intelectuales. La tecnología de la mente es un espejo en el que el niño puede ver reflejados sus procesos intelectuales y tiene la oportunidad de desarrollarlos y mejorarlos.

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