Cibercultura

Laboria, la ciudad del trabajo informatizado

Susana Finquelievich
31 mayo, 2016
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Por supuesto, es posible deducir que la polarización de los empleos e ingresos conduce a la polarización espacial urbana. La Ciudad Dual es un concepto desarrollado por Manuel Castells, también abordado por Saskia Sassen, y que se refiere a la manifestación de una estructura urbana espacial, social y económicamente polarizada. No obstante, la ciudad actual es más compleja: más que de dualidad, se pueden percibir una multiplicidad de fragmentos urbanos, en su mayoría preexistentes a la sociedad informacional. La fragmentación es un proceso propio de todo núcleo urbano. La ciudad no está dividida en dos segmentos: está conformada por una serie de fragmentos que tienen relación con los ingresos de sus habitantes, la cultura, la economía, los procesos migratorios, y el valor de uso complejo del suelo urbano, entre otros componentes, así como de las maneras en que los diversos grupos sociales se apropian de la ciudad.

Algunos de los rasgos de la ciudad fragmentada son: la tendencia a la urbanización no controlada; la generación de urbanizaciones diferenciadas; el abandono de los espacios públicos de encuentro comunal por espacios semiprivados (countries o barrios cerrados) y semipúblicos (shoppings, parques, hipermercados); en algunas ciudades, la gradual despeatonalización de la movilidad; inequidad creciente y masiva (“urbanización de la pobreza”), que incrementa la violencia urbana y genera una fragmentación espacial que puede ser irreversible; y la degradación de los microcentros, fragmentados a su vez en el frenético uso diurno y el semidesierto nocturno. Ahora bien, estas características, por penosas que resulten, difícilmente puedan atribuirse (sólo) a la sociedad informacional. Sin embargo, recordemos que Castells expresaba en 1995 que si bien la tecnología no es la única causa del desarrollo de la ciudad dual (o fragmentada), sí es un factor importante al considerar la reestructuración del trabajo. Si se parte de que la noción de ciudad involucra el concepto de concentración poblacional y la mayor parte de dicho universo está constituido por trabajadores, con diversos niveles de ingreso y diferencias culturales, se puede inferir que la rápida transformación de las condiciones de empleo repercutirán inevitablemente en la estructura urbana.

Jordi Borja escribe en su libro “Revolución urbana y derechos ciudadanos” (2013): “Nunca la segregación social en el espacio había sido tan grande. Crecen las desigualdades de ingresos y de acceso real a las ofertas urbanas, los colectivos vulnerables o más débiles pueden vivir en la marginación de guetos o periferias (ancianos, niños, inmigrantes, etc.), los tiempos sumados de trabajo y transporte aumentan, la autonomía individual puede derivar en soledad e insolidaridad, la incertidumbre sobre el futuro genera ansiedad, se pierden o debilitan identidades y referencias, hay crisis de representación política y opacidad de las instituciones que actúan en el territorio, etc. Es decir, las esperanzas generadas por la revolución urbana se frustran y el malestar urbano es una dimensión contradictoria de la vida urbana actual.”.

¿Podrá el uso adecuado y con sentido de las TIC revertir esta tendencia? ¿O depende exclusivamente de las decisiones económicas y políticas de los gobiernos locales y los desarrolladores urbanos?

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