Cibercultura

Laboria, la ciudad del trabajo informatizado

Susana Finquelievich
31 mayo, 2016
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¿Cómo impactan los cambios laborales en las ciudades?

Castells (2007) señalaba que la nueva economía necesita lugares productivos. Es decir, precisa de ciudades, sobre todo, productivas, en términos de la nueva economía. Fundamentalmente, demuestra la relación entre calidad urbana e innovadores. Es sabido que la nueva economía ha surgido en las grandes metrópolis y, sobre todo, en los lugares culturalmente más dinámicos y avanzados de entre esas metrópolis, es decir, en los lugares donde hay una capacidad cultural y de innovación acumuladas. Los innovadores, y fundamentalmente los que trabajan en relación con las TIC, pueden elegir dónde trabajar, y en general eligen los lugares donde existe una cultura de innovación y calidad cultural y ambiental de vida, aunque esta calidad sea muy subjetiva. Richard Florida por su parte analiza las ciudades creativas. Sus teorías sostienen que las áreas metropolitanas con alta concentración de trabajadores de tecnología punta, artistas, músicos, colectivos de lesbianas y homosexuales, y un grupo que él describe como «bohemios de punta», se asocia con un nivel elevado de desarrollo económico. La clase creativa está compuesta por arquitectos, diseñadores, profesores universitarios, científicos, informáticos, escritores, artistas o músicos, es decir, todos aquellos para quienes la creatividad es fundamental en su trabajo. Florida postula la teoría de que la clase creativa fomenta un entorno personal y profesional abierto y dinámico, que a su vez, atrae a más gente creativa, así como a empresas y capital. Sugiere que atraer y retener talentos de alta calidad, en vez de concentrarse únicamente en proyectos de infraestructura tales como estadios de deportes, edificios emblemáticos y centros comerciales, sería una explotación de primer orden de los recursos de regeneración de una ciudad para su prosperidad a largo plazo.

Desde que Castells escribió la Trilogía se han producido cambios: no sólo las grandes metrópolis atraen a los innovadores: también lo hacen las ciudades intermedias y pequeñas, siempre que proporcionen facilidades de innovación, que cuenten con una universidad emprendedora, con un polo tecnológico y con un gobierno local comprometido con la nueva economía. Es el caso de la ciudad de Tandil, en la provincia de Buenos Aires, que atrae empresas de base TIC de todo tamaño, tanto a su Polo Tecnológico como a la ciudad en general. Para ello, ha puesto en marcha una serie de medidas, entre las cuales se encuentran el desarrollo de una variedad de carreras universitarias de ciencias básicas y aplicadas, como ingenierías (eléctrica, en alimentos, de materiales, mecánica, química, informática, naval, ambiental, textil), ciencias agrarias, ciencias exactas, etc.; procesos de aprendizaje de funcionamiento en red, y nuevas formas de organizativas e innovadoras, como clústeres productivos, polos tecnológicos; incremento de la interacción entre sector científico tecnológico y sistema educativo, facilidades fiscales a la instalación de empresas innovadoras y buena calidad ambiental y de vida urbana, además de los hermosos paisajes que rodean la ciudad. Es importante la capacidad creciente del gobierno local de informatizar sus servicios, así como de ofrecer información y prestar servicios a través de Internet. “La innovación atrae a la innovación” me decía recientemente un funcionario municipal.

A una escala más pequeña, es destacable la concentración espontánea de innovadores en determinadas áreas urbanas, como en el barrio de Palermo, Buenos Aires. Las industrias creativas son en la ciudad de Buenos Aires la quinta actividad económica más importante, según el valor agregado que generan, por delante de la construcción, la hotelería y la salud, entre otras. Palermo no es sólo el barrio donde se emplazan tanto diseñadores independientes como las más prestigiosas marcas de indumentaria y calzado: también concentra a trabajadores de la informática, Pymes o microempresas que se han nucleado en la zona. Palermo Hollywood ha sido llamado así a causa de la proliferación de canales de TV, emisoras de radio, agencias de publicidad, productoras de video, estudios de diseño y otras empresas vinculadas a la comunicación. Este barrio, que hasta los 1990 abundaba en talleres mecánicos y herrerías, es hoy un polo de gastronomía; cuenta con profusión de bares y galerías de arte y diseño. Pero el espíritu innovador se extiende a Palermo Soho y otras zonas contiguas. Pequeñas empresas de productos y servicios informáticos se fueron instalando en el barrio.

En el año 2008 surgió Palermo Valley, en Twitter, como denominador irónico del barrio de Palermo, evocando Silicon Valley. Era un emprendimiento sin fines de lucro, dirigido por un grupo reducido de profesionales ad honorem, que busca reunir a los emprendedores de Internet, compartir experiencias mientras beben cervezas e impulsar a la comunidad de emprendedores y trabajadores web de Argentina a través de eventos, viajes, difusión y otras actividades, y que concentra actualmente un gran número de empresas de Internet. Desde entonces, el concepto y su alcance se ha extendido para cubrir a todos los emprendimientos web de Argentina y generando el concepto de “valley” de la Industria replicado hoy en varias ciudades del país y del mundo. Su objetivo era el de facilitar y articular relaciones entre las organizaciones y los individuos vinculados con la industria de internet, impulsando la creación de valor a través de las conexiones espontáneas que se crean, ya sean profesionales y comerciales o personales. Cuenta con sponsors importantes y celebra anualmente el “Palermo Valley Night”, de concurrencia masiva, y organiza viajes a Silicon Valley. Palermo Valley estuvo a punto de desaparecer en el año 2014, pero se rehízo y siguió adelante con sus actividades.

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