La e-Polis, la soft-inteligencia por m2
Carmen Santana
18 septiembre, 2014
De la profunda transformación que el mundo está viviendo desde el final del milenio, emerge una sociedad mutante y un momento histórico para las ciudades. Esta transformación, está basada por un lado, en tres procesos interdependientes político-socio-culturales y por otro lado, está basada en la aparición de las TIC´s (Tecnologías de la Información y del Conocimiento), que configuran, un nuevo marco mental y económico absolutamente diferente al que conocíamos. Asistimos al nacimiento del Capitalismo cognitivo y esta nueva fase del capitalismo se despoja de cualquier noción de frontera o de marco espacial. Precisamente, como paradigma de marco espacial, la ciudad, a lo largo de su historia, ha vehiculado un valor simbólico, que exige ser reinventado, cuando esta se encuentra confrontada con el choque de la metropolisación en relación con la mundialización de la economía y de las TIC´s.
La emergencia de nuevas maneras de producir, de relacionarnos, de comunicar o de consumir, se traducen por nuevas necesidades espaciales, donde la complejidad y el proceso de corrección de ida y vuelta, están a la orden del día. Empiezan a aflorar, en el territorio tangible, toda una serie de nuevos mecanismos operativos, capaces de abordar las tipologías emergentes relacionadas con estos nuevos usos. Paralelamente, avanzamos hacia una sociedad cada vez menos uniforme, con un modelo mental totalmente diferente al que existía en la sociedad del siglo pasado, donde la televisión era el único paisaje. Es decir, una manera de comunicar de uno a muchos y en un solo sentido.
La red, al contrario, genera la ciudad de múltiples dimensiones y aunque la tecnología no determine una sociedad, si la plasma. Frente a la sociedad hipertexto (sociedad saturada de información, donde se vive al mismo tiempo en el mundo virtual y en el real, con una sobre-conexión en relación con los aparatos tecnológicos), frente a la máquina en general, la necesidad del ser humano (y al mismo tiempo la oportunidad), se traduce por un aumento de las relaciones presenciales y la idea de “lo comunitario”, de los espacios compartidos, que dan pié al sentimiento de pertenencia y de intercambio, hacen visualizar el espacio público, como una verdadera oportunidad de cohesión social, del conjunto de los ciudadanos.
Podríamos hablar del capital humano, como valor esencial para el desarrollo de esta nueva sociedad mutante, lo que implicaría, que el espacio público tiene que ser revisitado, y tal vez, conectado con el espacio público privado o en todo caso, deberíamos tener en cuenta una cierta porosidad del espacio público, para que esto ocurra.
Sería necesario reconsiderar la permeabilidad de los edificios que forman las paredes y zócalos del espacio público hasta llevarlos a ser capaces de abarcar dispositivos conceptuales capaces de generar edificios relacionales.
Hablar de un territorio sostenible, es hablar de un territorio que toma en cuenta los parámetros de eco construcción y de ecología urbana, pero también entiende la sostenibilidad territorial, desde los parámetros de densidad y concentración urbana, así como la relación de esta con la naturaleza, con lo rural. Desde la mixidad de usos y actividades, desde de mixidad social y transgeneracional. Un territorio solidario y no excluyente, que pone las infraestructuras y equipamientos al servicio de toda la comunidad, para que su capital humano disponga de las mejores condiciones para plasmar sus necesidades, sus deseos, sus sueños y sus emociones.
Desde la escala humana, para desarrollar la escala la urbana y abarcar la escala metropolitana.