Cibercultura

Entre el amigo invisible y Gran Hermano

Isabel Troytiño
4 diciembre, 2012
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Para las compañías, el valor e interés está en disponer del máximo de información sobre un cliente potencial para enviarle publicidad y hacer campañas de marketing personalizadas. Gracias a los sensores, por ejemplo, de reconocimiento facial, o de geolocalización, o a los rastreadores de búsquedas en Internet, se puede dirigir mejor una campaña de marketing y enviar un mensaje a ese usuario de la Red y del mundo que pisa. Se puede personalizar el mensaje para atraer al cliente, a partir de los datos de los que se dispone. ¿De dónde salen esos datos?, ¿Quién los tiene? Las compañías que los almacenan, como Google, Facebook y muchísimas otras.

Google guarda las búsquedas que has hecho y sabe qué palabras sueles utilizar para buscar en tu buscador. Si te interesa la Historia alemana, es posible que te envíe ofertas para viajar a Alemania. Es como funciona Google Adwords, la publicidad que puede contratar cualquier empresa para que al usuario se le disparen anuncios de venta de algo que posiblemente podría necesitar o necesitó en su momento. Para Morozov, en pocos años ha cambiado la perspectiva de lo que ofrecen las plataformas y compañías tecnológicas. Antes solo ofrecían plataformas virtuales con información a las que accedíamos desde el mundo físico. Ahora lo que sucede en esas plataformas puede trasladarse al mundo físico con la realidad aumentada y una persona puede decidir pagar las entradas a un concierto desde sus gafas de Google. La tecnología de realidad aumentada que comienza a ensayarse en diferentes dispositivos media entre nosotros y el entorno, la información sobre dónde estamos y qué podemos hacer donde estamos. El dispositivo se convierte en un remedo de ese amigo invisible. Aparentemente solo lo usas tú, no lo usa ninguna otra persona. Es tuyo, hablas con él, te da información «precisa» sobre qué estás viendo. Ahora bien, está conectado a Internet, envía la conversación que tienes con él, es decir, “las búsquedas, consultas y compras que haces”, a una base de datos que va enriqueciéndose de la información que ya tiene sobre ti. Poco a poco ya no estás solo, el Gran Hermano está viendo y registrando todo lo que estás haciendo para enviaros un mensaje o para sacarlo a relucir en caso de necesidad, de interrogatorio policial o de spam en el correo electrónico.

Uno tiene la sensación de que está actuando libre y privadamente. Que no se va a hacer nada con los datos que disponga. Hay muchas aplicaciones disfrazadas de juegos y entretenimiento que pueden suponer un cierto control social en un futuro o una manipulación de masas. Entre los ejemplos de control social mediante aplicaciones de Internet, Morozov habló de un detector de ciudadanos amigos del medio ambiente. El artefacto que toma los datos es un cubo de basura con una cámara en el dorso de su tapa que fotografía la basura que acabas de tirar cada vez que la cierras. Eso se publica en Internet y “la comunidad” donde se cuelga puede evaluar si eres amigo del medio ambiente o no. “Conviertes pequeñas cosas en juegos para lograr mayor o menor simpatía social. Además, se puede hacer como “juego” y aprovechar otro tipo de motivación. Los datos que se obtienen de los sensores también pueden utilizarse para otras cosas, se puede aplicar en investigaciones criminológicas. Las TICs han cambiado la criminología y la seguridad.”

Se nos ocurre que en la actualidad, por lo menos en Barcelona, se puede multar al ciudadano que no recicla o no separa correctamente la basura en los contenedores adecuados. Esta aplicación podría servir para multar a un ciudadano o ciudadana que no recicla, algo que en España ya se está multando, solo cuando el guardia urbano lo ve. Ahora bien, el Gran Hermano puede pasarle la información al guardia urbano de que en el contáiner 278 de la calle de General Palafox de Sevilla, por control facial se ha reconocido a la ciudadana Francisca Pacheco tirando una botella de San Miguel de 1L con el tapón de rosca puesto, en lugar de separarlo y depositarlo correctamente en “plásticos”. El guardia urbano podría enviarle directamente un e-mail con la multa.

Los sensores en las ciudades que controlan el transporte público, por ejemplo, pueden servir para prever cuántas plazas libres quedan en un autobús en la parada, y cuántos pasajeros podrían entrar en el autobús para avisar a la gente de que vaya al fondo. Para Morozov, hay una especie de creencia en el espíritu bondadoso de Internet que inspira a los desarrolladores de plataformas y aplicaciones P2P, peer to peer.

Finalizó su conferencia invitando al público a mirar a Internet con duda, sin tanto buenismo, tratando de preservar el espíritu crítico. Internet no es una idea, no tiene que explicarnos la historia de nuestro futuro. ¿Porqué no tenemos partidos políticos donde se puede contribuir y votar en sistemas y redes horizontales? La política tal y como está concebida no funciona así. Eso choca con lo que entendemos por democracia, que no existe en el contexto físico (como idea) pero podría funcionar en Internet.

Al Gran Hermano le interesa mantener el control de la participación ciudadana, que hablemos con nuestro amigo invisible o que la comunicación esté controlada por las compañías, no que desarrollemos plataformas que escaparían a su control en las que podamos organizarnos de otra manera sin la interferencia de poderes que no controlamos. Ese es el desafío.

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