Cibercultura

El Siglo XXI. Un repaso histórico

Luís Ángel Fernández Hermana - @luisangelfh
4 agosto, 2017
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[Este artículo se publicó el 22/12/1998 en el número 22 de la Revista Medi Ambient. Tecnologia i Cultura del Departamento de Territorio y Sostenibilidad de la Generalitat de Cataluña, en aquel entonces Departamento de Medio Ambiente (http://territori.gencat.cat/es/detalls/Article/22-00011).

El artículo pone en juego los recursos que teníamos a nuestra disposición a finales del siglo XX, aunque fueran de incipiente desarrollo y con nombres diferentes a los utilizados aquí. Por supuesto, dejamos de lado lo que deberíamos tener en un futuro incierto de acuerdo al torrente de profecías que suele opacar, en vez de aclarar, hacia donde vamos y cómo, pero que afecta directamente a lo que hacemos en su mundo imaginario. Este trabajo ofrece, mediante un ejercicio prospectivo de ingeniería inversa, una visión de cómo evolucionaría el mundo y, en concreto, Barcelona, en 2050, gracias -o por desgracia-  a la problemática del denominado cambio climático, quizá uno de los asuntos más complejos en el que nos hemos embarcado desde que bajamos del árbol, sin ni siquiera saber a ciencia cierta cómo y hacia dónde nos lleva a la luz del mundo en el que vivimos ahora.

Sobre la mesa tenemos millones de propuestas procedentes de los más diversos portavoces políticos, económicos, sociales, culturales, científicos, tecnológicos, medioambientales, etc., que navegan sobre un mundo extraordinariamente desigual y diverso, encorsetado en un abanico infinito de visiones, realizables o imposibles, pero que, a fin de cuentas, son las que envuelven la vida en el solar en el que vivimos, con las que construimos o demolemos fronteras con la pretensión de alcanzar (o no) los objetivos que nos proponemos. Objetivos que, como todos sabemos, rara vez están realmente consensuados, no digamos ya si descendemos al nivel de lo que debemos hacer, o nos dejan hacer, a los ciudadanos de todo el planeta.

Apenas estamos terminando la segunda década del siglo XXI, de manera que el artículo no deja de ser todavía un cuento… Por cierto, vivo en Cataluña y el sesgo se puede entender. Como el hecho de que cuando lo escribí todavía no habían aparecido en el horizonte -ni se les esperaba- los grandes veleros de la comunicación digital gratuita. El artículo se publica tal y como apareció en la RMAiT, salvo algunos términos aclaratorios que, en aquel entonces, no eran necesarios por el propio contexto monográfico de la revista. Los errores de apreciación de algunos eventos todavía no sabemos si se debe a que nunca ocurrirán, o a que tan solo se trata de una cuestión de ajustar las fechas. Por último, a mi mismo me sorprende la modestia que muestro en la progresión de datos demográficos. Efectivamente, Internet es un Bicho.]

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La Era de las Crisis”, un material escolar multimedia concebido y promovido por un dirigente de Brainpeace (http://lafh.info/articleViewPage.php?art_ID=684), la organización ecologista más importante desde el 2010, describe el estado de la cuestión del cambio climático a principios del siglo XXI. Según el documento, la crisis ambiental global y la expansión de las redes telemáticas dieron como resultado el surgimiento de un mundo donde las coordenadas físicas, políticas, económicas, sociales y culturales tenían poco que ver con las de finales del siglo XX. El impacto de esos cambios sobre Cataluña, por ejemplo, fue sorprendente y trastocó de manera visible el entorno los usos y costumbres de sus habitantes.

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Barcelona 2050

Xavier Cabaní salió al balcón de su casa y respiró el aire fresco de la mañana que, como siempre, venía mezclado con fuertes aromas. Lavanda era el más intenso ese día, aunque no el único. Miró al tejado y vio cómo la planta había colonizado un amplio espacio. La retama estaba cubierta de flores. Desde donde podía ver, el jardín del tejado comenzaba a adquirir los colores de la primavera.

Xavier vivía en el 7º piso de un edificio del Ensanche de Barcelona. Desde el balcón podía divisar techos y tejados ajardinados hasta donde alcanzaba la vista. Muchos de ellos ya estaban repletos de flores. En otros predominaba el verde de la maleza dejada crecer de manera caótica. A pesar de la hora tan temprana, en algunos tejados comenzaban a moverse las cuadrillas de jardineros con sus típicos monos verdes y amarillos. A Xavier le resultaba muy difícil imaginar cómo era la Barcelona de hacía tan sólo 30 años que vio la noche anterior en la pantalla de su dormitorio. Para resolver unos ejercicios del curso de “Energía no-renovable de la ecomente”, visitó el Archivo Audiovisual Urbano/BCN, como había hecho tantas veces. Y como tantas otras veces, se fue directo a la sección denominada “La Era de las Crisis”. Ni lo que le habían contado sus padres, ni lo que veía en la penumbra de su habitación, le traían directamente hasta la Barcelona que él conocía. Ni a esa Barcelona, ni a nada de lo que había visto en sus 23 años de vida.

Le fascinaba hurgar en los informativos digitales de aquella época y pasar una y otra vez las imágenes donde se veía su calle inundada, con un metro y medio de agua de pared a pared, la gente nadando o vadeando en balsas y el contador en una esquina de la pantalla: “Día 29 de inundación”. El aspecto sombrío de aquella Barcelona, las paredes ennegrecidas de las casas, la cantidad fenomenal de chatarra acumulada en las calles, los tejados desnudos a los que los helicópteros arrojaban víveres para los vecinos atrapados por las aguas… nada le ofrecía puntos de referencia válidos de la ciudad que se divisaba más allá del balcón.

Casi sin darse cuenta, Xavier estaba otra vez barajando archivos de principios de siglo. Saltando de uno al otro, llegó al de su propia escuela. Le fascinaba asistir a las clases de su tocayo Xavier Vilalta. Se metió en el curso del 2027, uno de sus favoritos, impartido, como casi todos en aquella época, a través de redes telemáticas educativas. Vilalta llegó a ser uno de los principales dirigentes de “Brainpeace”, la organización ecologista más importante de los últimos 40 años. Su trabajo sobre la “Era de las Crisis” se había convertido en un popular producto multimedia escolar en todo el mundo, gracias, sobre todo, a que la Organización Mundial de la Educación (OME) había otorgado a esas lecciones la categoría de “conocimiento universal”, etiqueta que validaba su retransmisión por satélite al vasto sistema de educación a distancia financiado por esa agencia de la ONU.

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