El shock del presente
Marcus Hurst
24 septiembre, 2013
¿Qué sucede cuando el futuro se convierte en el presente? La creciente dejación de funciones a la tecnología está llevando a la especie humana a un estado de ‘shock del presentismo’. La obsesión por estar al día nos lleva a querer estar en todo y en nada a la vez. Esta es la postura que defiende el pensador Douglas Rushkoff en su último libro, Present Shock, en el que pide un cambio de rumbo para hacer que la era digital trabaje a favor de los humanos.
En los bajos de bases militares repartidas por Estados Unidos, jóvenes soldados pilotan aviones que vuelan a miles de kilómetros de distancia de aquí. Lo hacen desde búnkeres sin luz natural, rodeados de pantallas de ordenador que simulan las condiciones de una cabina de avión real. Los vehículos aéreos no tripulados o drones se han convertido en las nuevas máquinas de matar del siglo XXI, el aliado perfecto de gobernantes que ordenan desarrollar operaciones letales en Medio Oriente sin poner en riesgo las vidas de sus soldados ante una opinión pública sensible a estas bajas. El futuro de los drones no solo está garantizado, el ejército estadounidense tiene previsto aumentar el número de misiones realizadas por este tipo de aviones en el futuro. El debate ético está servido pero lo dejaremos para otra ocasión.
Cuando el teórico de nuevos medios Douglas Rushkoff estudió a esta nueva especie de pilotos se llevó una sorpresa. La lejanía y protección que proporcionaban la realización de estas misiones desde la seguridad de una instalación militar no se traducían en un mejor bienestar psicológico, frente a los pilotos de guerra tradicionales.
“Encontré personas confusas, atrapadas por sentimientos de culpa y muy conscientes de las vidas que estaban eliminando. El 34% sufría agotamiento mental y el 25%, trastornos psíquicos que requerían tratamiento. Todo esto a pesar de que las fuerzas aéreas siempre buscan los pilotos más equilibrados para realizar estas misiones”, explica Rushkoff.
En las vidas de estos soldados, descubrió un ejemplo más de lo que llama “el shock del presentismo” en su libroPresent Shock. Una aflicción cada vez más presente en los humanos que visitan el mundo digital a diario.
“Si eres un piloto de guerra, despegas, realizas tu misión, aterrizas en una base en Irak y a la vuelta te vas a conversar con tus compañeros para comentar lo que ha pasado. Vives en un contexto de guerra. Un piloto de drones, en cambio, pasa el día matando y disparando cosas en una cabina de simulación en la periferia de Las Vegas. Cuando acaba su jornada laboral se sube a un coche y se va a casa. Una vez allí cena con su mujer y su hija, que le cuenta lo que le ha pasado en clase ese día, mientras le pide a su pareja que le acerque el plato de patatas. Viven dos realidades paralelas que se convierten en un gran generador de estrés. Cuando le da las buenas noches a su hija tiene marcado en la retina el número de personas que ha matado esa mañana”, relata el pensador en una entrevista telefónica con Yorokobu.