Cibercultura

Colombia: Participación rural a través de la Red

Jairo Fernando Barbosa Trigos
16 febrero, 2017
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Introducción

Desde el año 2000, Colombia durante el gobierno de Andrés Pastrana Arango, inició un proceso de renovación tecnológica con el programa denominado Agenda de conectividad: el salto a Internet, para vincular a las instituciones y la sociedad civil al uso de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. La iniciativa continuó durante el mandato de Álvaro Uribe Vélez, con su propuesta Plan nacional de tecnologías de la información y las comunicaciones (PNTIC), y actualmente se afianza durante el gobierno de Juan Manuel Santos Calderón, con el Plan vive digital 2014-2018, caracterizado por el modelo del ecosistema digital (usuarios, infraestructura, servicios y aplicaciones).

Estos y otros planes y reglamentaciones TIC, sirvieron de base para el desarrollo social, tecnológico y de innovación presentados por Barón & Gómez (2012), en el documento De la infraestructura a la apropiación social: panorama sobre las políticas de las tecnologías de información y comunicación (TIC) en Colombia. (p.42).

Sin embargo, a pesar de los grandes esfuerzos gubernamentales por cerrar la brecha digital, las políticas son cortas en el tiempo para una apropiación integral de las herramientas digitales con el fin de lograr un desarrollo social óptimo, en el cual la tecnología cumpla su parte en los objetivos de mejorar los procesos de educación, innovación empresarial, participación democrática, entre otros. Por tanto, lo pertinente es fortalecer la comunicación entre quienes viven en las zonas más apartadas de la geografía nacional y la cabeceras municipales, para alcanzar los fines propuestos en temas de gobernabilidad democrática.

Contexto rural y urbano

Al salir de las cabeceras municipales, donde el acceso a Internet está concentrado en instituciones públicas, privadas y en gran número de hogares, se observa en la zona rural que la cobertura se limita a los centros educativos y a los actualmente denominados kioscos digitales, en ambos lugares con acceso a Internet y a telefonía. La masificación del acceso disminuye notoriamente y aumenta la invisibilidad de sus habitantes cuanto más apartados estén de un centro poblado, acrecentando las desigualdades sociales, educativas y hasta económicas.

“Pese a ello, las TIC en América Latina conjugan políticas gubernamentales, movimientos sociales, empresas, entidades religiosas, etc., que han encontrado en este discurso una nueva promesa que puede llevar a la región a ser parte del primer mundo” (Jiménez, 2010, p.88).

A pesar de la diversa y difícil topografía colombiana, hoy es posible unir grupos sociales, pueblos y culturas, logrando la participación democrática en la construcción de propuestas que incidan directamente en sus comunidades sin importar la ubicación geográfica, superando, eso sí, el nivel de penetración de Internet en Colombia en relación a lo que sucede en otros países que nos llevan la delantera.

Siguiendo a Castells & Robertson (1995), citados por Jiménez (2010), las TIC aparecen construyendo una nueva promesa de igualdad donde se supone que los recursos tecnológicos que ellas proveen, logran disminuir las diferencias entre el primer y el tercer mundo. Un acercamiento que, a su vez, se establece como algo necesario para ser parte de una nueva forma de globalización cuyo motor y centro es el flujo de información y conocimiento. (p.88).

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