Cibercultura

Learning from La Rambla* (1ª parte)

Xabier Artazcoz
21 julio, 2016
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Barcelona recibió en el año 2014 7,8 millones de turistas, además de 2,3 millones de pasajeros de cruceros (cruceristas). El sector turístico es uno de los pilares fundamentales de la economía barcelonesa y, por extensión, catalana, algo que se ha consolidado tras más de veinte años de visitas ininterrumpidas. Desde hace algún tiempo viene repitiéndose, como un eslogan pegadizo, aquello de que Barcelona está de moda. Y seguramente, al mismo tiempo, también comienza a ser un problema delicado, ya que en esta última década Barcelona ha pasado a formar parte de ese exclusivo y excluyente grupo de ciudades europeas con gran atractivo turístico, masificación de visitantes y con una oferta cultural similar, que ha acabado por convertirlas en un gran negocio a la manera de enormes parques temáticos. Los juegos Olímpicos del año 92 dieron el impulso definitivo a la penúltima gran transformación y desarrollo urbano de la ciudad: mejoras de infraestructuras, nuevas plazas, equipamientos para barrios periféricos, incremento de la vivienda colectiva de nueva construcción y la apertura del frente de mar como nuevo espacio público, entre otras muchas mejoras.

Los visitantes hicieron el resto. Y aquella idea inicial de los primeros años de la transición democrática que había tenido como objetivo principal devolver la ciudad a sus ciudadanos, ha acabado “expulsándolos” de ella. Barcelona es hoy una ciudad turística de referencia, reconocida y valorada internacionalmente, apreciada tanto por su atractivo urbano como por su estilo de vida capaz de atraer a grupos de turistas muy diversos, tanto por su origen como por su motivación.

Pero la situación para los habitantes de la ciudad es bien distinta. La llegada masiva de visitantes ha impactado directamente en la vida cotidiana, generando graves conflictos de convivencia entre los vecinos de los barrios más céntricos y los turistas. Cierres de comercios locales, proliferación de terrazas en el espacio público, ruido, aumento del tráfico, así como la masificación de peatones por las calles que contienen el principal atractivo turístico, son algunas de las muchas razones por las cuales, en algunas zonas de la ciudad, un número considerable de sus habitantes se han visto obligados a abandonar sus hogares y buscar vivienda en otras partes.

Este ensayo tiene como objetivo principal analizar la transformación que ha sufrido uno de los termómetros sociales principales de la ciudad: La Rambla. El análisis parte de una aproximación teórica a la definición de la ciudad, los cambios motivados por el turismo y el análisis de la simbología urbana reconocible en este espacio singular. En la segunda parte, se realiza un análisis comparativo de la evolución de los precios de la vivienda y la variación en el uso del espacio comercial para tratar de entender cómo la orientación de las transformaciones urbanas, que se han llevado a cabo a lo largo de este último cuarto de siglo, han obligado a una gran mayoría de sus vecinos a abandonar progresivamente esta zona emblemática de Barcelona. El ensayo finaliza con una reflexión sobre la necesidad urgente de buscar soluciones alternativas que permitan a los ciudadanos y sus visitantes encontrar maneras de convivir.

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