Redes de conocimiento

Redes para repoblar pueblos abandonados

Gida Sotomayor y LAFH
21 abril, 2017
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El proyecto RepobLab. Etnografía de una Experiencia de Socialización y Formación Abierta en Red para la Repoblación Rural

La emigración del campo a la ciudad, del espacio rural al urbano, sigue siendo una constante en los países industrializados, aunque con las diferencias locales propias de desarrollos desiguales y no siempre bien combinados. Las oleadas de inmigrantes locales o de otros países, que buscan una vida mejor bajo el amparo de una riqueza más exhibida que alcanzable, no tienen actualmente las mismas proporciones que las que promovieron la eclosión de la sociedad industrial. No obstante, siguen constituyendo una pieza esencial del escenario socioeconómico y ejercen un creciente impacto político, no sólo por lo que significan en la dinámica del mercado laboral, sino también por su potencial despliegue en el territorio urbano. Las migraciones modernas, en particular en las últimas décadas, ya juegan, y todo apunta a que jugarán a medio y largo plazo, un papel cada vez más determinante como parte del motor que ceba a las megalópolis, el paisaje urbano que comienza a ser dominante en las ciudades más importantes de casi todos los países del mundo.

Uno de los factores más recientes que contribuyen a la huida hacia las ciudades desde las zonas rurales es el castigo propinado por la globalización y, una de sus consecuencias, la deslocalización de industrias y actividades productivas. El efecto sobre las dinámicas sociales ahora las conocemos bien y al detalle gracias a la comunicación: se abandonan pueblos que ya no disponen ni siquiera de los recursos mínimos indispensables para “sujetar” a suficientes ciudadanos al solar de toda la vida. La educación se resiente o resquebraja tanto por falta de maestros, como por la irreversible mezcla de edades en las aulas, con el consiguiente impacto sobre la coherencia cultural, a lo que se suma frecuentemente las distancias a recorrer para agruparse en una escuela, o la escasez de recursos elementales. El ocio o las relaciones sociales requieren que se estiren los márgenes del concepto para reconocerlos. En síntesis, podemos añadir un doloroso etcétera plagado de dificultades de todo tipo para sostener la vida.

Curiosamente, esta situación en los ámbitos rurales, que podría recibir el calificativo de agravio en relación a lo que suele considerarse una vida asentada propia de las sociedades avanzadas, desata en el otro extremo, en la ciudad, la aspiración de la búsqueda de una vida mejor, más racional, controlable y autónoma, que podría calzar en los huecos que se han abierto en el campo. Aunque parezca que viene festoneada por ribetes utópicos, ante la situación actual comienza a tener sentido. Si te vas al campo, si abandonas el ajetreado y contaminado ambiente urbano, si cultivas tu propio alimento o te procuras un régimen educativo consensuado, entre otras cosas conseguirás tranquilidad, vivirás de recursos propiamente rurales, próximos, adquirirás destrezas y conocimientos que solo has visto en el cine o en la literatura, o que a veces has utilizado como una miscelánea vacacional.

Esta “nueva” frontera”, delimitada de manera nítida por el vaciamiento de pueblos, por una parte, y por el castigo inflingido por el crecimiento constante de las ciudades, por el otro, ha alcanzado la suficiente entidad como para dar el paso que revierte en sentido contrario el clásico flujo de la sociedad rural hacia la ciudad.

A este panorama, que nos acompaña discreta y cotidianamente cada vez con mayor intensidad e inexcusable presencia, fue al que Gilda Sotomayor, doctoranda por la Universidad de Salamanca, nos retó en 2009 para que aplicáramos la experiencia cosechada con las Redes Sociales Virtuales de Conocimiento (RSVC) por el Laboratorio de Redes Sociales de Innovación. Desde luego era un desafío de contornos desconocidos, que incluía en el mismo paquete a los propios ciudadanos involucrados, a las administraciones públicas (desde las estatales, hasta las locales y las de los pueblos afectados) y a un sector social desconocido pero interesado o afectado por este “regreso a las esencias”. Y uno ahora la voz de Gilda Sotomayor a la mía para explicar la reflexión y la conceptualización del proyecto RepobLab y de su formulación para presentarlo a un par de convocatorias públicas con el fin de conseguir los primeros fondos necesarios para despegar.

[No hubo respuestas en ninguna de ellas a pesar de la presencia pública de esta problemática, tanto entonces como ahora]

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