Redes de conocimiento

Nuevo periodismo y redes de conocimiento. La revista en.red.ando.

Luís Ángel Fernández Hermana - @luisangelfh
15 octubre, 2015
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Desde mi subjetivo punto de vista, destaco dos causas (como buen periodista, miento para fijar la atención del lector, hay muchas más y todas ellas de peso): en primer lugar, la ausencia clamorosa de un marco crítico de referencia conceptual. El análisis de una situación de cambio en los medios de comunicación, por tanto también en la profesión periodística, tan descomunal como el causado por la repentina irrupción de la Red en el escenario ocupado por dichos medios sin competencia visible excepto la propia (radio, TV, etc.), superaba precisamente el intento de comprenderlo desde la pobreza académica e intelectual aplicada a semejante evento. Aparte del uso del correo electrónico, lo cual les convertía en internautas, casi ningún periodista o profesor de periodismo o comunicación, había incursionado en la creación de medios digitales, lo cual dificultaba seriamente la comprensión de lo que estaba en juego.

En segundo lugar, y esta es una de las razones de de éste artículo y de los que vendrán, porque quienes sí incursionamos en la creación de nuevos medios de comunicación digitales y tratamos de convertir ese viaje en una audaz aventura empresarial, nos encontramos con un muro de objeciones que vociferaba sus argumentos defensivos hasta el hartazgo. El riesgo de dedicarse a contestar era doble: malgastar el tiempo en construir argumentos cada vez más alambicados sobre lo obvio y perder de vista el objetivo principal. En nuestro caso, primero como la revista electrónica en.red.ando y después ya como la empresa Enredando.com, decidimos unir ambos extremos. Por una parte, seguir explicando, analizando y reflexionado sobre cómo el mundo estaba transformándose bajo el discreto imperio de las redes digitales, y cómo esto estaba afectando al periodismo y la comunicación tal y como los habíamos conocido hasta entonces. Por la otra, convertirnos en el resultado, lo más acabado posible, de ese proceso de cambio. Esta última parte nos absorbió hasta tal punto que nos fue alejando del día a día de esas batallas dialécticas, que otros libraban incluso a costa de nuestra piel (quizá erramos, como nos dijeron bastantes amigos, quienes insistieron en verter gran parte de sus energías en tratar de que los grandes barcos de la comunicación variaran el rumbo ante el iceberg que se les venía encima).

Esta posición nos colocaba en una tesitura paradójica, como era el tener que librar combate contra el mundo de la comunicación, de donde procedíamos casi todos los miembros del equipo de Enredando.com, sin bajar la guardia en ningún momento, porque si no perdíamos de inmediato. Además, como no podía ser de otra manera, esto había que hacerlo con una buena dosis de rabia ante un escenario como este, porque nos afectaba directamente en la profesión que ejercíamos y porque era la única forma de mantenerte alerta y descubrir tus fortalezas y debilidades, así como las de los otros. Era el mejor camino para acertar con lo que hacías, prosperaras económicamente o no, que ese era otra ópera, como sostenía un amigo. Ahora, por razones que vienen a cuento, creo que ha llegado el momento de ir ajustando desatinos. Es una forma, como otra cualquiera, de poner en claro lo que hacíamos desde el principio y marcar en rojo los puntos de evolución de la empresa Enredando.com y, de paso, del denominado periodismo digital y de los resultados cosechados.

Como quedará claro en esta exposición, no solo estamos convencidos, sino que también podemos demostrar, que lo que hicimos desde Enredando.com permanece como una experiencia única que marcó un camino, el cual, como ha ocurrido desde entonces, será recorrido indefectiblemente una y otra vez si pretendemos descubrir nuevas formas de informar y actuar, de generar y gestionar fuentes operativas de información, de producir el conocimiento que necesitamos para comprender y actuar en el mundo que nos ha tocado en suerte. Desde nuestro punto de vista, eso era de lo que se trataba. En suma, por este estrecho embudo desembocamos en las redes de conocimiento, que a estas alturas están apareciendo como aves insólitas del paraíso digital

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