Redes de conocimiento

(*) Gestión de conocimiento en red (GC-r): ¿qué es?, ¿cómo se hace?, ¿con qué instrumentos?

Luís Ángel Fernández Hermana - @luisangelfh
31 julio, 2014
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La consecuencia es evidente: hoy, una parte esencial de la información y el conocimiento necesario para gestionar nuestras vidas está dispersa en las redes (nuestras vidas son nuestras vidas individuales, colectivas, profesionales, empresariales, organizativas, ociosas, etc.). A finales de los años 80 del siglo pasado, sucesivas encuestas demostraron que entre el 70 y el 80% de la información necesaria para funcionar en las sociedades industrializadas procedía de los medios de comunicación. En la década de los noventa ese porcentaje se fue reduciendo y ahora se estima que ronda el 30%. ¿Qué ha sucedido? Evidente, la respuesta supera la intencionalidad de esta breve introducción, pero podemos resumirla en una percepción cotidiana: el paisaje informativo se ha expandido exponencialmente en los últimos años. Los focos emisores de información se han venido multiplicando desde el período entre guerras (1919-1939) hasta alcanzar una densidad “compacta” desde los años 80. Todo el que, o lo que, quería ser algo en una sociedad avanzada, debía tener su correspondiente gabinete de comunicación para presentarse -representarse, más bien-, por la vía que fuera, ante los ciudadanos (los contribuyentes). Esta multiplicidad de foco emisores de información experimentó una violenta sacudida sísmica con la emergencia pública de Internet. Entonces, hasta nosotros mismos, en cuanto individuos de a pie, asalariados o no, nos hemos convertido en fuentes de información. Lo que muchos definían como “comunicación mediada por ordenadores” para explicar la ciencia de las redes de arquitectura abierta, se ha convertido en lo que en realidad era: redes sociales mediadas por ordenadores.

En apenas seis años, estas redes han batido todos los récords demográficos. De apenas 3 millones de usuarios hemos pasado a casi 500 millones. Crisis económicas, hundimientos de las bolsas tecnológicas, verdaderos disparates cometidos por gente y empresas a los que se suponía una cierta seriedad en el manejo del dinero, nada de esto ha afectado a las dos variables que han venido creciendo sin parar desde que la red echó a andar a finales de 1969: el crecimiento de la población conectada y el crecimiento del volumen de información y conocimiento generado e intercambiado en la Red.

Por tanto, como le dijo aquel “colgado” del espacio a sus colegas: “Tenemos un problema”. Tenemos información, tenemos conocimiento, tenemos una creciente interdependencia de esta información y conocimiento para organizar y gestionar esta vida tan ajetreada que nos ha tocado en suerte, y también tenemos que saber cómo manejarnos en estas redes para la información y el conocimiento que nos interesa. Aunque es más que esto, es como si entráramos a la biblioteca del Museo Británico (cosa que yo hice hace muchos años), nos frotáramos las manos y nos dijéramos: “A ver, ¿dónde está lo que yo quiero?”, sin angustiarnos, claro está, por todo lo demás que nos vamos a perder.

Si trasladamos esta pregunta a las redes, entornos inestables y dinámicos por definición, que no dependen sólo de la “entrada” de libros para que los clasifique el bibliotecario de turno, sino, sobre todo, de lo que hacen los lectores que, en el fondo, no son solamente tales, sino que también se comportan como autores y, lo que es peor, como modificadores de lo que otros hacen, la respuesta entonces tiene que distribuirse en un amplio abanico de cuestiones que debemos resolver previamente:

a) Cómo evolucionan las redes y cómo se van creando nuevos modelos de conocimiento en red: cómo actúan los internautas y cómo crean y recrean redes sociales mediadas por ordenadores, que vehiculan una parte esencial de esa información y conocimiento necesarios.

b) Cómo crear los entornos apropiados para capturar y gestionar la información y conocimiento que nos interesa: ese es uno de los objetivos de la gestión de conocimiento en red.

c) Cómo convertir estos entornos en redes inteligentes, redes diseñadas a partir de objetivos concretos, donde la comunicación entre sus miembros proceda de acuerdo a una metodología que permita alcanzar dichos objetivos.

d) Qué debe saber quiénes, por una parte, desarrollen esta metodología y, por la otra, la apliquen. Las redes inteligentes requieren profesionales que sepan cómo diseñarlas, y moderadores y gestores de conocimiento en red para hacerlas funcionar, así como plataformas virtuales programadas para crear la base de conocimiento determinada por los objetivos fijados.

Por consiguiente, es necesario poseer los conocimientos necesarios para diseñar y gestionar estos espacios virtuales, para trabajar con tecnologías que permitan convertir en una realidad tangible la gestión de conocimiento en red. En realidad, estamos hablando de adquirir los conocimientos y experiencias básicas de lo que consideramos que serán los perfiles profesionales esenciales de la Sociedad del Conocimiento. Una empresa, organización, administración, red ciudadana, colectivo profesional u ONG que no posea estos perfiles profesionales, está condenada a reproducirse en el ámbito del foro electrónico (moderado, a lo sumo), la lista de distribución o la web como medio para “ofertar” (y pretender vender) sus actividades. Y poco más.

Será una entidad en la Red, pero no de la Red. Su actividad estará enzarzada en un bucle crónico de generación y búsqueda de información sin ton ni son, con una inversión considerable de tiempo y recursos para contrastarla, verificarla o referenciarla. Tendrán “gestores de información o de contenidos”, como se dice ahora, cuya labor será difícilmente separable de la que realizan, o tradicionalmente han realizado, documentalistas o periodistas. Pero sin que la “variable digital” se convierta en el eje transversal del trabajo en la Red.

* Ponencia presentada al encuentro sobre Redes de Conocimiento organizado por la Fundación para el Desarrollo de la Ciencia y la Tecnología, Fundecyt, en Extremadura, el 23/5/2002. Los organizadores le concedieron a Enredando.com el premio Redes de Conocimiento.

** LAFH ha publicado en Coladepez el artículo “Gestión del conocimiento y gestión de conocimiento en red, una distinción no sólo metodológica«

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