Internet en la calle

Luís Ángel Fernández Hermana - @luisangelfh
30 octubre, 2017
Editorial: 146
Fecha de publicación original: 15 diciembre, 1998

El fin corona la obra

Anoche, lunes 14 de diciembre, bajo una luna menguante sobre el limpio cielo de Barcelona, un grupo de aprendices de brujo de la Red fue convocado al aquelarre anual de ESADE. Como en años anteriores, me tocó participar en esta ceremonia oficiada por el amigo Alfons Cornella para tratar de desentrañar algunas de las sorpresas que Internet nos deparará el año próximo. Alfons, quien a veces corre más que la propia información, ya nos ha enviado un apretado resumen de la reunión (mensaje 390 de Extra-Net!), que dentro de poco estará disponible en formato audiovisual con las intervenciones completas de los participantes. Yo, este año, decidí asegurarme el éxito de la predicción. En vez de responder a la pregunta «¿Hacia dónde va Internet?», me pregunté «¿Hacia dónde estamos llevando Internet?». Lo cual, de paso, nos coloca en el lugar que nos corresponde: como protagonistas de los cambios que ocurren en la Red.

Los colegas de mesa dejaron en claro que los sistemas de información en el ciberespacio cada vez son más complejos y tienden a diversificarse constantemente. El crecimiento de la información, pues, tantas veces expuesta como la predicción más segura de Internet, se acompaña ahora del crecimiento de su organización, ya sea en portales, superportales y portalitos, o en estructuras que favorecen el comercio electrónico, la formación y una multiplicidad de actividades en los campos más diversos. En otras palabras, la Sociedad de la Información está empujando hacia su apogeo a la segunda parte de su denominación: Información. Nos está faltando un desarrollo equiparable del primero, la parte de Sociedad.

Esta será, a mi entender, la que recibirá un notable impulso a partir del próximo año entre nosotros. Uno de los factores en pro de esta tendencia será, sin duda, la inauguración del Quinto Programa Marco de la Unión Europea, cuyo énfasis reside en facilitar el acceso de los ciudadanos a la Sociedad de la Información. Este puede ser, incluso, un hecho diferencial con respecto a EEUU, donde ya está en marcha Internet-2 centrada fundamentalmente en el sector académico y de la investigación, a tono con lo que ha sido la historia y desarrollo de la Red en aquella parte del mundo. En Europa, por el contrario, todo indica que los objetivos de la Internet-2 incluirán también una mayor atención a la creación de estructuras sociales que expliquen –en el sentido de epistemología– la propia existencia de los sistemas de información.

Será, por tanto, la ocasión en que empezaremos a redefinir (o a definir por primera vez) las actividades en el ciberespacio desde el punto de vista de su contenido y sus objetivos. En suma, de las relaciones humanas que estableceremos a través de la Red. El hecho de haber cargado las tintas en la información nos ha permitido en gran medida hacer crecer Internet con la mera transposición de actividades y servicios que ya existían en el mundo real. En otras palabras, hemos certificado nuestra existencia en la Red, un poco a través de gran poster anunciador de quiénes somos y a qué nos dedicamos. Ahora, la cuestión es «vivir» en la Red y eso requiere, como siempre, la creación de estructuras sociales y políticas específicas del mundo digital. Tendremos que investigar desde cómo serán las universidades-red, hasta cuál será el contenido de los nuevos medios o qué actividades serán las propias de la Era de la Información al no poderse realizar de ninguna otra forma que como las posibilitan las redes. Para decirlo de otra manera, de hacer más cosas al tener más ordenadores, como hemos hecho hasta ahora, nos plantearemos qué haremos, con quiénes, para qué y mediante qué formaciones sociales y políticas.

Esto nos permitirá delimitar, también, la relación entre lo global y lo local de una forma mucho más nítida. Veremos cómo actividades típicamente locales, como es la generación de tejido urbano a través de entidades ciudadanas, se convertirán en «algo diferente» cuando se organicen a través de las redes. Entrarán en contacto con un entorno de innovación, cooperación, experiencias compartidas y participación cultural que, a pesar de suceder en ciudades «atrasadas» o en zonas localmente excluidas, las convertirán en puntas de lanza de lo que serán las ciudades digitales y, de esta manera, romperán los cercos de la Sociedad Industrial para explorar y explotar las posibilidades de la Sociedad de la Información. Hacia allí volarán recursos de información y conocimiento cada vez más ricos que les permitirán a sus usuarios mejorar sensiblemente su calidad de vida.

Ahora bien, si hablamos de estructuras sociales, hablamos también de algo muy diferente de lo que tenemos hasta ahora en Internet. En el acto de ESADE todos los oradores tenían su respectivo sistema de información digital como carnet de identidad. Y la audiencia, o era usuaria o pertenecía al entorno humano «iniciado» en los avatares de la Red. Pero ésta es todavía una proporción muy pequeña de la población. Para que el binomio Sociedad de la Información adquiera todo su sentido, sobre todo por la parte de Sociedad, es necesario que se inviertan los términos: la mayoría de la población debe ser o usuaria directa o, por lo menos, participar de una u otra forma en las oportunidades y posibilidades que ofrece la Sociedad Red. Eso, en estos momentos, requiere un fenomenal ejercicio de responsabilidad de parte de los poderes públicos, las entidades y organizaciones regionales y ciudadanas, las universidades y centros educativos y las propias empresas, con el fin de destripar los cables, ordenadores e infraestructuras de Internet y hacer emerger a la Red en la vida cotidiana del ciudadano, esté conectado o no.

Un esfuerzo de este tipo no será fácil, pues requerirá una potente descarga de imaginación e innovación. Pero no sólo será factible, sino imprescindible. Y se hará. Para cumplir con esta predicción en lo inmediato, en.red.ando se unirá a la Fiesta de Internet que se celebrará a finales de marzo en toda Europa. La idea es que la ciudadanía participe en actos que se organizarán de manera descentralizada por todo el territorio. En el caso de Barcelona, nosotros proponemos que la fiesta se denomine «Internet en la calle», o algo parecido, y que durante las dos jornadas el público pueda ver no sólo cómo funciona la Red, sino que la utilice, que forme parte de ella desde su propio lugar como ciudadano. Ya sea a través de conciertos callejeros retransmitidos por Internet, la apertura de las escuelas para utilizar sus recursos informáticos con el fin de diseñar medios de comunicación donde se expresen problemáticas tan diversas como las de los alumnos, los padres y las organizaciones comunitarias locales, o la creación de redes de comunicación entre personas de la Tercera Edad en las que se pueda comprobar la enorme posibilidad de recuperar y aprovechar socialmente el conocimiento y la sabiduría de quienes han sido retirados de la vida activa tan sólo por haber cumplido con una fecha.

Esperamos, pues, participar en este «desentrañamiento» de la Red y disfrutar junto con ciudadanos no conectados de la oportunidad de comprobar que los sistemas de información en Internet tienen sentido cuando están arropados por las nuevas formas sociales y políticas que están emergiendo en el ciberespacio. Esto, como digo, no es una mera predicción, sino que lo haremos durante 1999 y esperamos que constituya el inicio de un camino para volver más transparentes las fronteras tecnológicas que, hasta ahora, encubren la «carnalidad» de las redes humanas que se desarrollan en ellas.

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