Hermanos, grandes y pequeños

Luís Ángel Fernández Hermana - @luisangelfh
26 junio, 2018
Editorial: 214
Fecha de publicación original: 9 mayo, 2000

Pensaba el necio que tenía amigos y éranlo de su vino

Los grandes hermanos crecen por doquier como los famosos enanos del circo. Y no me refiero a las recientes experiencias televisivas que nos despiertan al vigilante que todos llevamos dentro, sino a los verdaderos asaltos a la privacidad para poner en manos de unos pocos los datos personales de millones. Como explicó Aldous Huxley en una brillante introducción a «Un Mundo Feliz» (A Brave New World), la forma más peligrosa de democracia es cuando todos consentimos en el desnudamiento interno y aceptamos por consenso o tirar una bomba atómica en la cabeza de los «malos» o entregar nuestra intimidad al Gobierno, todo ello, por supuesto, en aras del bien público. Hoy, gracias a Internet, estamos dispuestos a depositar nuestra privacidad en un plato sin necesidad siquiera de que nos lo llenen de lentejas. Esto es lo que nos propone una corporación británica: que pongamos un programa en nuestro ordenador para saber adónde nos lleva cada click que se nos escape en la Red. El objetivo inmediato es medir la audiencia en Internet con la misma facilidad y fiabilidad con que se confeccionan los ratings de TV. El objetivo mediato es abrir una ventana al interior de cada internauta de insospechadas posibilidades.

El nuevo sistema no solo controlará qué sitios visitamos en Internet y con qué frecuencia, sino también quién lo está haciendo y cómo llegamos hasta allí. La compañía responsable del invento alardea de que para finales de este año podrá medir el 90% de la audiencia de Internet en 30 países . El programa se llama apropiadamente Insight y lo ha desarrollado ACNielsen eRatings, una empresa participada por el gigante ACNielsen y por NetRatings del Valle del Silicio. Insight se instala en el ordenador y rastrea cada click del usuario. Cuando posee un cierto volumen de información, entonces la envía por la Red al centro de control de la empresa en California. ¿Qué información? ¿De dónde venimos y para dónde vamos? Sí, pero no sólo. También qué publicidad se ha visto, si se ha realizado alguna transacción económica y de qué cuantía. Además, este rastreo lo puede hacer en tiempo real o en diferido.

Este es, por decirlo de alguna manera, el menú básico. Como asegura Bill Pulver, el presidente de ACNielsen eRatings, el programa puede incorporar muchas otras técnicas de medición. Por ejemplo, qué banner vemos cada vez que visitamos una web si ésta nos detecta como «repetidores». Insight permite elaborar información demográfica avanzada para los dos tipos de fuentes de ingresos que comienzan a cristalizar en la Red: la publicidad y promoción, por una parte, y el comercio electrónico, por el otro. En ambos casos, las empresas requieren saber lo suficiente de sus visitantes como para convertirlos de simples internautas en consumados consumidores. Y los métodos disponibles hasta el momento tienen demasiados agujeros.

Insight también, y muchos. Su criterio para construir la audiencia, como señalé antes, es muy parecido al de la TV: de una muestra de población se extrae una proyección masiva a partir de una metodología de medición fiable. Pero sigue siendo una proyección. En el caso de la TV, el abanico de opciones está delimitado por el número de canales. En la Red, no. Por tanto, la pirámide demográfica resultante es mucho más imperfecta y no sólo porque esté basada en supuestos hábitos comerciales, aunque sin duda el programa de marras es mucho más completo que cualquiera de los que se están utilizando hasta ahora. De todas maneras, es una forma, como tantas de las que se han intentado en estos últimos tres años, de clientelizar al usuario y considerarle tan sólo desde la monofacética vertiente del «homo tarjetorum».

Lo interesante de Insight es que requiere la colaboración activa del internauta, pues éste debe instalarlo en el ordenador, configurarlo y aceptar que la información de lo que hace con su cacharro se envíe a la empresa propietaria del programa. En estos momentos, 50.000 personas de EEUU permanecen vigiladas las 24 horas del día a través de Insight, otras 9000 han aceptado este ojo en Gran Bretaña y hay 250.000 en unos 30 países aguardando su turno. La información recolectada hasta ahora es bastante pedestre: tiempo de navegación, horas preferidas, etc. Para finales de año comenzará a emerger una imagen más nítida de algunos hábitos y, sobre todo, datos comparativos que, según la empresa, serán vitales para determinar la estrategia de los actores de Internet.

Para ese entonces, también, habrá que empezar a definirse sobre el alcance del programa (o programas parecidos) según se instale en las oficinas o en los domicilios, para uso profesional o personal, pues en uno u otro caso brindará información cuya utilidad sobrepasará sin duda la del mero hábito comercial del internauta. Claro que si millones de usuarios deciden que quieren dejarse ver por dentro y del revés, eso ya es suficiente definición sobre la política de privacidad que nos puede deparar Internet. Pero, como hemos dicho en otras ocasiones, ni Insight ni ningún programa parecido nos dice nada significativo sobre lo verdaderamente importante del uso de Internet: qué información es la que nos interesa de la Red, de dónde la sacamos, qué hacemos con ella y hasta qué punto, según lo que hagamos, modificamos la propia configuración de la Red a través del binomio «nuestra participación/relación con los demás». Sobre esto hablaremos en las próximas semana

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