Cibercultura

El shock del presente

Marcus Hurst
24 septiembre, 2013
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El caso de los pilotos de drones, según él, es solo un ejemplo extremo de cómo la tecnología está dictando nuestras vidas en vez de ser al contrario. El intento de adaptar los ciclos naturales del ser humano a la tecnología genera “una gigantesca disonancia cognitiva” que hace que mucha gente “pierda los papeles”. La tecnología, defiende Rushkoff, facilita poder llevar este tipo de vida, pero no sin consecuencias.

En su libro, el autor se refiere a esta aflicción como ‘digiphrenia’, la frustración generada por nuestra incapacidad de manejar nuestras actividades e identidades múltiples que tenemos en internet.

“Cuando un ordenador tiene una serie de problemas, asigna una porción de su memoria a cada tarea. Cada sección trabaja y envía una respuesta de manera simultánea. Los humanos, en cambio, no funcionamos así. Un buen camarero es capaz de diseñar una estrategia para servir a cuatro mesas de la manera más eficiente posible, pero nunca a la vez”, explica en el capítulo sobre digiphrenia en Present Shock.

Sobre la baja productividad que genera el multitasking ya se ha escrito mucho, pero Rushkoff profundiza sobre sus efectos. “En un mundo digital cometemos el error de pensar que el tiempo en el que se mueven las máquinas lo podemos aplicar a nuestras vidas. Nuestro universo digital siempre está encendido, nosotros no. Los tuits siempre se están publicando en Twitter pero aspirar a leerlos todos es una locura. Las interrupciones agotan nuestras habilidades cognitivas. Crean la sensación de que necesitamos estar al día para no perder el contacto con el presente. Es un objetivo falaz”.

Con todo esto Rushkoff no dice ser un ludita ni antiprogreso. Su intención “no es meter miedo”. El escritor lleva estudiando y participando en la evolución digital desde los comienzos de internet. Su decepción surge de la mala aplicación que se está haciendo de ella. “Cuando empezó internet era un medio que nos iba a salvar de la tiranía de la mentalidad ‘el tiempo es dinero’. Íbamos a poder programar nuestras vidas de otra forma. Trabajar en calzoncillos hasta que llegó Wired Magazine y el debate de repente se convirtió en cómo mejorar las perspectivas de los viejos actores en bolsa o crear otros nuevos que se llevan todo el pastel. Hemos conseguido trasladar el modelo industrial antiguo al mundo digital cuando deberíamos estar haciendo todo lo contrario. Nuestra sociedad se ha reorientado hacia el presente. Todo está en vivo, tiempo real y siempre encendido”.

El presentismo no nos dirige a un estado zen. “Nos hace existir en un presente distraído en el que las fuerzas en la periferia son magnificadas (…). Nuestra habilidad para realizar un plan y seguirlo es interrumpido por un gran número de impactos externos. En vez de encontrar un camino estable aquí y ahora, acabamos reaccionando de manera improvisada a todos los asaltos que se presentan a lo largo del día”.

Según el pensador neoyorquino, el medio de comunicación que mejor representa este ‘shock del presentismo’ esGawker Media, que gestiona algunos de los blogs más leídos del mundo. “Están absolutamente abnegados por ello. Funcionan con redacciones llenas de chavales tomando Speed y Ritalin, que intentan responder de forma casi instantánea a los trending topics en internet. Cada uno está obligado a escribir una media de 12 artículos al día”.

“De esta misma forma, Silicon Valley crea campus aislados en los que sus empleados tienen todo lo que necesitan para trabajar. En los baños, empresas como Google tienen pantallas en la que se puede practicar código mientras estás sentado en el váter. Estos espacios son muy bonitos, todo el mundo parece que lo está pasando muy bien. Pero en realidad son naves espaciales organizadas meticulosamente para desconectar y aislarse del paso del tiempo y los ciclos naturales del ser humano para trabajar a cualquier hora”, añade en el capítulo sobre digiphrenia. “De repente, encontramos que el modo de vida, antes reservado a controladores aéreos y operadoras de 112, se vuelve algo casi normal”.

Esto no significa que la tecnología no pueda ser empleada para reducir esa sensación de digiphrenia. “Lo vemos con la industria logística, que utiliza programas complejos para seguir y calcular las rutas más eficientes para que los conductores de camiones lleguen a su destino y logren, de este modo, reducir su estrés. Los móviles tienen, cada vez más, opciones para configurar qué llamadas aceptas en cada momento o los emails de personas en tu lista de importantes. Tenemos que acostumbrarnos a que cuando entra un email no hay que responder enseguida. No es el tiempo real. Configura tus dispositivos para no vivir a merced de ellos”.

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