Cibercultura

De dónde viene La Rambla y… a dónde nos lleva (2ª parte)

Xabier Artazcoz
29 julio, 2016
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2- del inglés Ramble: pasear, divagar

La reciente internacionalización de Barcelona, gracias sobre todo a los JJ OO´92,  fue una de las razones principales para de recuperar la Rambla como espacio emblemático de la ciudad a finales del siglo veinte, cuya consecuencia es su conversión en uno de los espacios más representativos de la ciudad. Sin embargo, durante su larga y agitada historia, ya era el paseo preferido de los barceloneses, el lugar donde sus ciudadanos y visitantes caminaban de un lado para otro sin un destino, dirección o propósito concreto. Del gozo al pozo, la Rambla también ha servido como plaza para ejecuciones públicas, lugar de enfrentamientos armados y estallidos revolucionarios, o por donde transitaron desde manifestaciones obreras a movimientos reivindicativos de libertad sexual.

Durante mucho tiempo, fue la entrada natural desde el mar de mercaderías y marineros, cuya diversidad enriquecía la venta ambulante y los puestos de floristería. Por tanto, tratar de definir la Rambla implica abordar un escenario urbano centenario, donde la mezcla interclasista de ciudadanos y forasteros ha sabido encontrar un lugar común en los hoteles, terrazas, bares y comercios, pero sobre todo en la interacción social en el paseo central. La Rambla es hoy el precipitado de la acumulación de vivencias comunes a lo largo de sus varios siglos de historia.

A partir de los años noventa del siglo XX (Capel 2001), el paseo experimentó la progresiva orientación de lo que era una ciudad cosmopolita, hacia una ciudad turística. Los hoteles, terrazas, bares y comercios citados anteriormente, giraron hacia el sector turístico empujados, sobre todo, por la política de los organismos gubernamentales de la ciudad. Como ya había sucedido otras veces en la historia de Barcelona, las entidades públicas locales vincularon el crecimiento económico a la inversión realizada tras la celebración de grandes acontecimientos, a las infraestructuras y la actividad inmobiliaria propiciada por dichos eventos.

Las consecuencias están a la vista. La preponderancia de la industria turística ha derivado en la expulsión de una parte considerable de los vecinos y los comerciantes de la Rambla. En otras palabras, ha vaciado la memoria del lugar. Han desaparecido los comercios de proximidad, sustituidos por las tiendas para turistas. Como una mancha de aceite, esta apropiación se ha extendido a gran parte de la ciudad,  ya que ha dejado de estar en manos de la gestión de políticos, técnicos y profesionales para dar paso al concepto de rentabilidad al servicio de los intereses financieros (Muntaner, 2001).

Según datos del Ayuntamiento de Barcelona, una de las consecuencias más devastadoras de la terciarización de la Rambla y su entono más inmediato es que, en este primer tercio del siglo XXI, se estima que hay más de 700 empresas dedicadas al comercio (39%), hostelería y restauración (24%) y la actividad inmobiliaria (13%), vinculadas al turismo La densidad comercial del barrio queda visiblemente manifiesta en el estudio llevado a cabo por agentes del Ayuntamiento para el Plan de Usos del año 2014, donde se contabilizaron 3200 tiendas en los 4.4 km2 de superficie del distrito de Ciutat Vella (un 10% concentradas en la Rambla que representa el 1% (0,044 km2) de la superficie del distrito).

El gráfico 3 muestra el estudio que el Ayuntamiento de Barcelona llevó a cabo en 2008 sobre el uso comercial de la Rambla: de los 300 establecimientos contabilizados 169 eran comercios y 131 servicios, un tercio del total (102 establecimientos) estaban destinados a la hostelería, aproximadamente el 20% (61 comercios) eran zapaterías y tiendas de ropa y el 10% (31 comercios) estaban destinados a la venta de regalos y recuerdos. Por otro lado, de los 16 establecimientos destinados a la alimentación, tan sólo uno de ellos cumplía con los servicios completos de un supermercado, el resto eran tiendas centradas básicamente en la venta de bebidas alcohólicas y algunos productos de consumo secundarios. A esta actividad comercial debía sumársele la actividad instalada dentro del propio paseo, como las doce paradas de pajarerías, “reconvertidas” en tiendas de recuerdos típicamente tradicionales, las dieciséis paradas de floristas, los once quioscos de prensa, otros diez quioscos de dimensiones reducidas, los quince puntos habilitados para las estatuas en la zona de Santa Mónica y las ochenta y cuatro licencias para pintores.

grafica

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López Palomeque, F. (2015). Barcelona, de ciudad con turismo a ciudad turística. Documents d’anàlisi geogràfica, 61(3), 0483-506.

Capel Sáez, H. (2001). El Poblenou y la ciudad de los prodigios. La Veu del Carrer, 69(11).

Muntaner, J. M. (2011). El sistema turístic i el model Barcelona. La Veu del Carrer, 121(15).

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Este artículo está basado en un estudio presentado en el XII Congreso Español de Sociología por el mismo autor.

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