Cibercultura

Ciudad Relacional (3): Dominio público, ámbito privado

Miquel Lacasta
1 julio, 2013
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Si la ciudad relacional existe, sería interesante acotar el espacio dónde podemos hablar de lo relacional en términos urbanos y dónde no, dónde se puede reflexionar y proponer un proyecto que sujeta las cuerdas principales que atan al individuo con una organización extremamente compleja como lo es la ciudad, o dónde estás ataduras se desvanecen.

Es por ello que cabría mencionar brevemente ciertas características donde se da la ciudad relacional. Se podría pensar que la idea de ciudad relacional abarca todo el conjunto físico de lo que denominamos ciudad pero eso no es así. No es así porque estamos hablando en definitiva de modelos de relación entre individuos en esta ciudad relacional, y todos sabemos que hay una división, no siempre clara y definida, pero siempre determinante en la naturaleza de cada individuo.

Por cada ciudadano que seamos capaces de identificar, sea este habitante o simplemente usuario de una ciudad, sea habitual o esporádico, siempre vamos a encontrar una dimensión privada y una dimensión pública del individuo en cuestión. Es decir, hay una dimensión en que la ciudad relacional influye poderosamente pero que siempre quedará vetada para la reflexión y que solamente es imaginable a partir de conjeturas: esta dimensión cerrada a lo relacional es la dimensión privada. Lo relacional no solamente es necesario sino que es suficiente para la construcción de la dimensión privada de un individuo pero es excluyente de la idea de relacional en términos urbanos.

Para clarificar de partida los límites del terreno sobre el que reflexionamos, hay que identificar una lógica anti-urbana, una no-ciudad, en cada ciudad relacional, y esta no-ciudad coincide como un guante a una mano con la dimensión privada de cada individuo. Siendo esto así, ¿Cuál es el espacio propio de la no ciudad en la ciudad?, o dicho al revés, ¿Cuál es el reino de los relacional dentro de la ciudad?

Como punto de partida, y aun a riesgo de que estos límites deban ser más tarde transformados o incluso destruidos, deberíamos hablar del espacio nuclear de la vivienda como la forma urbana que no debe dar entrada a la ciudad relacional. El espacio doméstico de lo privado se conforma como aquel lugar en que no es que no tengamos una lógica relacional, sino que esa lógica la ejercemos entre iguales, entre lo que metafóricamente podríamos llamar, nosotros mismos. La unidad familiar, sea esta formación la que se entiende en términos no solamente legales, sino amparada por el uso social, es el lugar donde consideramos que si bien lógicamente se dan relaciones, y a veces de altísima intensidad, estas se formatean entre individuos conocidos, idealmente entre individuos que libremente han decidido fusionar ambas esferas privadas en una sola e individuos en estado de formación e información de esa compleja esfera privada, como en el caso de hijos que forman parte de esa fusión de la dimensión privada.

Traducido a la jerga de los arquitectos, el espacio por antonomasia donde se desarrolla esa dimensión privada es el espacio doméstico, aquel para el cual hay que pedir permiso –no solamente por educación, sino legalmente, para entrar-, y formado por individuos libres que tienen como proyecto la fusión en una, de sus respectivas dimensiones privadas.

El hogar, pero también la habitación de un hotel, ciertos espacios especiales que por su significación llevan a pactos entre desconocidos para fusionar sus esferas privadas de forma momentánea y/o parcial como un quirófano, un alberge, el despacho de un abogado, etc., todos estos espacio forman parte de esa no-ciudad dentro de la ciudad relacional.

Todo lo demás, edificios de pública concurrencia, espacios públicos, es decir vacíos urbanos programados con usos específicos y predeterminados, e incluso la delgada interface entre el espacio propio de la dimensión privada y la dimensión pública, es decir las fachadas de los edificios residenciales, hoteleros, sanitarios y tanto otros, forman parte de la dimensión pública de los individuos y por tanto de la ciudad relacional.

En este sentido todos aquellos espacios de representación de una relación entre individuos iguales y en principio desconocidos entre sí, estarían en la base de la cosificación de lo relacional, constituirían ya sean estos espaciosllenos, o vacíos, la expresión física de la ciudad relacional.

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