Cibercultura

Arqueología del saber

Luís Ángel Fernández Hermana - @luisangelfh
26 mayo, 2017
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Cada cierto tiempo tendremos que hacer ejercicios de este tipo: revisar públicamente en qué fase estamos del Proyecto de Innovación Social Coladepez, qué palancas encontramos en el camino, ya sea para zancadillearnos o para impulsarnos y, sobre todo, en qué nueva situación nos dejan. Desde hace años, muchos años, hemos sostenido que Internet, aparte de comportarse como un bicho, cuyo crecimiento y desparrame nadie controla, ya sea en el terreno físico o virtual, como en el individual, colectivo, local o global, su proceso de evolución no es una película que siga un guión ya escrito. A la vista de lo que tenemos, de su funcionamiento desmembrado, entonces sería prácticamente imposible rastrear en su (des)organización à la archipiélago sus fotogramas, que se extienden al mismo tiempo de forma descontrolada y controlada, pero en territorios generalmente desconocidos y, aparentemente, sometidos al rigor de nuestras necesidades y preocupaciones, pero, por lo general, concebidos por otros.

No, Internet no se comporta así, sino más bien como una sucesión de fotografías en movimiento, cuya progresión sí es rastreable, incluso se puede investigar y encontrar la foto previa y la posterior. Descubrir las piezas y ensamblar este rompecabezas es el eje central (*) del Proyecto de Innovación Social Coladepez: escribir la historia viva de Internet proyecto a proyecto. Esto supone recuperar proyectos cruciales, –aunque no lo parecieran en aquel momento–, proyectos que moldearon la forma de actuar y organizarse en Internet  y que promovieron, al mismo tiempo, las oleadas de iniciativas innovadoras que determinaron en gran medida el futuro de la Red y de la denominada sociedad del conocimiento. En otras palabras, hacer surgir a la superficie la dinámica que nos ha traído hasta el punto en que nos encontramos hoy y desde el que podemos proyectar algunos aspectos de su posible progresión.

Budas de Bāmiyān

Esto supone, no solo la recuperación de los proyectos que han cincelado la Red y la actividad de sus usuarios, sino, fundamentalmente, la recuperación del conocimiento generado y gestionado a lo largo de su historia. Recuperarlo supone metabolizarlo y gestionarlo de acuerdo a las preocupaciones, los intereses y las necesidades actuales. En suma, alumbrar una disciplina nueva de las redes complejas, que el amigo MAPA define acertadamente como arqueología del saber, arqueología de nuevo cuño, orientada a la recuperación de un acerbo que, en las condiciones actuales, resulta difícil siquiera calibrar su importancia, porque hablamos de una exploración y búsqueda de sedimentos, herramientas, restos y culturas de una naturaleza como nunca se ha planteado hasta ahora el ser humano.

El objetivo de Coladepez, pues, apunta, en primer lugar, a recuperar y publicar proyectos significativos tal y como existieron en su momento, que es el paso original para comprenderlos. Posteriormente, en las secciones pertinentes de Coladepez, procederemos al análisis y la reflexión de las razones que los hicieron emerger, cómo se llevaron a cabo, con quiénes, a qué tipo de organizaciones dieron lugar, qué resultados obtuvieron  y qué organizaciones los hicieron.

Alcanzar los objetivos de Coladepez, por tanto, le corresponde tanto a quienes actuaron en la primera línea de los proyectos que se seleccionen, como a quienes los asumieron y asumen todavía como propios, quienes consideran que el conocimiento generado y procesado entonces les ha ayudado a entender su presente y les ha brindado una comprensión significativa del mundo en el que viven, algo que difícilmente hubieran conseguido por otros senderos. Ellos serán quienes certifiquen la fidelidad de la iniciativa en su regreso a la luz, y quienes participarán en la reflexión y análisis de lo que supusieron -y suponen- dichos proyectos en cuanto párrafos de una historia todavía no escrita, así como en la tarea de completarlos en caso de que el tiempo haya realizado su tarea preferida: desgastarlos y agujerearlos. El primer paso, en este sentido, lo hemos dado «resucitando» la empresa Enredando.com y, en particular, sus dos proyectos de referencia: la revista en.red.ando y las redes sociales virtuales de conocimiento (RSVC), que en aquella época se denominaban en.medi@.

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